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El tempestuoso arranque de la 64: Porfirio contra Fernández Noroña

Por: Vicente Bello

Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar: ANÓNIMO.

En el comienzo mismo de la sesión ordinaria –la primera de la 64 Legislatura-, un vociferante Gerardo Fernández Noroña recriminó ayer muy airadamente a Porfirio Muñoz Ledo que haya asistido al informe presidencial de Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional, como presidente de la Cámara de Diputados. Y los dos se calentaron tanto que desataron visiones de duelo, donde cada quien echa mano a sus fierros como queriendo pelear…
Prendió la lumbre Santiago González Soto, diputado petista, quien desde su manera de hablar dio a notar la novatez: “(Soy) Santiago González Soto, para que me vaya conociendo”… Y entonces, a Porfirio, que presidía, le preguntó: “Quisiera preguntar a usted de qué acudió ayer a lo que el presidente de la República le llamó el informe de gobierno; ¿si a título personal o como representante de esta Cámara?”
Hacía medio minuto había comenzado la sesión. Y Porfirio, con su voz martajada por la edad (tiene 85 años); pero de mecha corta, respondió: “No acepto ninguna censura, porque los actos públicos de los diputados son nuestra exclusiva responsabilidad ciudadana y política”.

Se electrizó de súbito la asamblea. Como un resorte se apeó de su curul Gerardo Fernández Noroña y exigió la palabra al que presidía. Un silencio acompañó a la voz de Porfirio: “El presidente expresa la unidad de esta Cámara y no está roto el orden constitucional”, decía Muñoz Ledo a Noroña.
Pero Fernández Noroña, ya poseído por la ira, restregó a Porfirio la misma pregunta de Santiago Soto al tiempo que le exigía un tiempo en la tribuna. Entonces Porfirio añadió: “Y quiero decir que tanto el diputado vicepresidente Adame como yo fuimos agredidos físicamente por otro miembro de este Congreso, lo que es inaceptable”.

Aludía Porfirio, sin miramiento alguno, a Fernández Noroña. Dijo entonces algo que se interpretó como un intento de acalambrar a Noroña: “Por fortuna, el proyecto de ley sobre fuero constitucional será presentado por el diputado Pablo Gómez, en unos minutos, y entonces abriremos el debate informado y serio sobre este tema”.

Desde su curul, Fernández Noroña pidió a Porfirio una moción de orden. Pero Porfirio reviró: “No hay más que hablar. No hay más que hablar. No le acepto su moción de orden porque no hay desorden. A no ser que usted quiera provocarlo, lo que no permitiré”.

Se vio entonces cómo a Gerardo se le encendía la mirada. Se incorporó y tiró su chamarra al asiento, diciendo: “Me falta usted al respeto”.
Porfirio gritó también: “No le falto al respeto. Usted nos faltó ayer al respeto y hubo agresión física. No…”
Gerardo respingó: “Usted está mintiendo, y exijo el uso de la palabra”.

Porfirio regresó: “No se lo permito porque usted fue el agresor. No le voy a conceder el uso de la palabra. No permitiremos que usted ponga desorden en este Congreso. A ver quién gana, un diputado o la inmensa mayoría de la Cámara”.

Se refería Porfirio al día anterior, lunes 3, cuando en la entrada principal de Palacio Nacional, Gerardo y un grupo de simpatizantes reclamó airadamente a Muñoz Ledo y a Martí Batres que estuvieran apersonándose ante Peña, convalidando un informe que no era tal, sino “una farsa y una burla para el pueblo de México”.
“Eres un traidor, Porfirio; y tú, Batres, eres un hijo de tu puta madre”…, gritó un acompañante no identificado de Fernandez Noroña.
Ayer, en la sesión, se veían las caras. Porfirio reiteraba lo que dijo de Noroña. Y éste reviraba desde su curul: “Es usted un cobarde y miente, porque yo no le agredía físicamente. Benditas las redes sociales. Ahí se ve que no lo agredí”.

Y Noroña volvía a exigir la palabra “por alusiones personales”. Pero Muñoz Ledo decía: “Yo no le estoy aludiendo; usted fue el que me aludió. No permitiré que usted ponga desorden en esta Cámara”. Y la asamblea aplaudía a Porfirio.

Fernández Noroña otra vez, de su curul a la tribuna. Pero los micrófonos eran apagados. Exigía a Porfirio no le coartara su libertad de expresión en tribuna. Y Porfirio le respondía: “No caeré en su provocación, retírese a su curul”.

El petista dijo: “No le voy a tolerar su falta de respeto, ni su insolencia”.

Porfirio reviró: “No soy insolente. Y usted es un golpeador”.

Gerardo cargó otra vez: “Usted permite la violación del marco constitucional… Se lo advertí desde la sesión del primero de septiembre, y no le voy a tolerar su autoritarismo”.

Y entonces Fernández Noroña soltó un gancho al hígado a Porfirio Muñoz Ledo: “Si usted vuelve a los tiempos del PRI es su problema. Este país se liberó y esta patria exige respeto a la República”.

Se notaba la lividez de Porfirio. El encabronamiento. Y así le respondió el gancho a Fernández Noroña: “Hay diputados que todavía no se han dado cuenta que ya ganaron y cambió la mayoría de la Cámara. Lo lamento. Lo lamento por un diputado adscrito”…
Fajadores los dos en el debate. ¿Quién los detenía? Nadie. Fernández Noroña volvió a golpear al presidente de la Cámara, así: “ayer estuvo usted con Peña. Cuando los chuchos estaban ahí usted los denostaba, y ahora que estuvo”… Y se volvía a ir el sonido. Imposible escuchar desde el palco de prensa.

Porfirio a Gerardo: “Es la continuidad del orden republicano. Le ruego que tome su asiento. No es ilegal (haber estado en el informe presidencial, en Palacio nacional). Ese es su juicio”.

Se habían dicho todo lo que se podían decir. Todavía siguieron un buen rato.

Redaccion Diario de Palenque

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