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Judas y Pilatos, ¿villanos o piezas clave?

 Judas y Pilatos, ¿villanos o piezas clave?

Emmanuel Dorantes Balanzar, cronista e investigador

Judas Iscariote y Poncio Pilatos han quedado para la posteridad como los dos grandes villanos del episodio bíblico de la Pasión de Jesús; cuando el Cristo fue perseguido, capturado y ejecutado para morir por la salvación de la humanidad; los nombres de estos dos personajes significan un repudio general.

Sin embargo, de Judas y Pilatos hay mucho más qué decir. Se trata de dos personajes clave dentro del complejo engranaje que giró al interior de uno de los capítulos más intensos del Nuevo Testamento. Sin ellos dos, los planes de Jesús habrían tenido, sin duda, un resultado muy diferente.

Judas debió sentirse desengañado al ver que el fiero líder que vio expulsando a los mercaderes en el templo, acción que correspondía al bravo guerrero capaz de enfrentar al yugo romano, se convertía pronto en un profeta del amor que pregonaba el perdón en lugar de dirigir un levantamiento armado contra el opresor.

Arriesgamos la siguiente teoría: al ver Judas que Jesús no era el caudillo belicoso que esperaba, sin duda se desilusionó y se sintió engañado; Judas sintió porimero que era traicionado y correspondió a su vez con una traición. Enfadado, quiso poner a su líder la prueba final para despertar de una vez y lo entregó con la idea de que así Jesús reaccionaría.

Y luego está Pilatos. Las acciones violentas de Jesús en el patio del Templo debieron ser vistas en primera persona por el procurador romano desde su cercana fortaleza de Antonia; se aproximaban las Pascuas y la autoridad debía estar muy al pendiente. Entonces vio a un enérgico y agresivo Jesús y supo que era un agitador, un peligro en potencia.

Poncio Pilatos despertó una alerta interior al ver al hombre que era aclamado por una gran multitud y temió que muchos siguieran su ejemplo violento, por eso, aunque legalmente sabía inocente a Jesús, no evitó que fuera condenado; el procurador romano sólo procuró la paz entre los judíos.

El proceder de Judas Iscariote y de Poncio Pilatos quedó para la posteridad y los dejó como los despreciables y únicos culpables de la muerte de Jesús. Sin embargo, si Judas no hubiera traicionado y Pilatos no hubiera condenado, las Escrituras no se habrían cumplido y Jesucristo no se habría sacrificado por los pecados de la humanidad.

 

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