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El Greco: Cuatro siglos de luces y color

 El Greco: Cuatro siglos de luces y color

La restauración en el Museo del Prado de la pintura “El Expolio”, procedente de la Catedral de Toledo, es uno de los primeros acontecimientos programados en la conmemoración del IV centenario de la muerte de El Greco, declarada acontecimiento de excepcional interés público, que se vivirá intensamente durante el próximo año a través de exposiciones y actividades especiales.
En el marco de la celebración del IV centenario,  llega a los talleres del Museo del Prado “El Expolio” (1577-79), procedente de la Catedral de Toledo, para su estudio técnico y restauración.
Los trabajos sobre la obra, que representa el momento de la Pasión en el que Jesús es despojado de sus ropas, comenzarán con estudios radiográficos y de infrarrojos y ultravioleta para pasar con garantías a actuar sobre la pintura cuando se proceda a la limpieza de la suciedad superficial y barnices oxidados, y a la consolidación de su capa pictórica.
Óleo sobre lienzo de casi tres metros de alto por dos de ancho, de incalculable valor, para su traslado desde la catedral toledana la obra fue asegurada y tasada por los expertos en 65 millones de euros.
Nacido en Candía, Creta, en 1541, Domenicos Theotocopoulos, El Greco, sintetizó las tradiciones de la pintura griega, el color veneciano y el diseño romano, desarrollando una fantástica y cambiante carrera artística en Creta, Roma y Toledo, ciudad donde transcurrió la mitad de su vida y donde murió en 1614.
El Griego de Toledo se convirtió en el artista más singular de los reinados de Felipe II y Felipe III, asombrando por sus composiciones complejas, sus colores brillantes, sus juegos de luces, sombras, transparencias y reflejos, su capacidad naturalista en telas o celajes, su imaginación desbordante a la hora de representar lo sobrenatural, su logro de dar vida a las ficciones pictóricas.
PRECURSOR DE VANGUARDIAS.
Creó con sus pinceles un nuevo mundo de imágenes religiosas y una revolucionaria forma de tratar y mostrar a los individuos divinos o terrenales, de tal fuerza que hoy podemos fácilmente reconocerlo como propio del Griego de Toledo.
La reivindicación de la obra del pintor comenzó con los primeros viajeros románticos que llegaron a Toledo en el siglo XIX. Ellos fueron los responsables de difundir la existencia de un artista genial que era un completo desconocido y mostraba en sus cuadros una increíble modernidad y que atrajo a los románticos y a los pintores franceses de la época.
La imagen del Greco como precursor de las vanguardias se fue abriendo paso desde entonces y sirvió para que sus cuadros fueran objeto de la atención de un destacado grupo de intelectuales que, a comienzos del siglo XX, dotaron al personaje de la crítica necesaria para definirle como uno de los grandes genios de la pintura universal.
Genuino representante del arte español de la Edad de Oro, uno de los objetivos de la celebración del IV centenario de su muerte es rendirle homenaje en la ciudad que mejor conserva su huella, avanzar en el mejor conocimiento del artista y su obra y enriquecer la identidad de Toledo fomentando su relación con El Greco.
El artista dejó un legado de 350 obras, 200 de las cuales se contemplarán en Toledo durante el centenario, una efeméride para la que se han organizado numerosas actividades culturales y magnas exposiciones como “El griego de Toledo”, a partir del mes de marzo en el Museo de Santa Cruz de Toledo, o “El Greco y la pintura moderna”, que se inaugurará en junio en el Museo del Prado.
El recorrido de la exposición del Museo de Santa Cruz, la primera que se celebra en Toledo dedicada a este artista, presentará una figura más compleja y más próxima al contexto original, artístico, laboral e intelectual del Griego de Toledo.
Partiendo de su actividad antes de llegar a España, pondrá un importante énfasis en su labor como retratista, la única con la que obtuvo fama y el reconocimiento de sus clientes contemporáneos, incluso a pesar de su contraste con el tipo de retrato vigente en la España de Felipe II. También se presentará al Greco como pintor de imágenes devocionales.
En junio llegará al Museo del Prado “El Greco y la pintura moderna” en la que se mostrará la importancia que el redescubrimiento de su figura tuvo para el desarrollo de la pintura de los siglos XIX y XX.
Una selección de pinturas del maestro cretense, la mitad de ellas de la colección del Prado, relacionadas con pinturas de los siglos XIX y XX, pondrá de manifiesto la complejidad y riqueza de estos vínculos.
Pero El Greco no solo es protagonista en España. Muchos son los museos y colecciones del todo el mundo que conservan obras del artista, que durante el centenario tendrán un tratamiento especial de cara a los visitantes.
Destacan entre ellos el museo Metropolitan de Nueva York, el Louvre de París, la National Gallery de Londres,  el Art Institute de Chicago, la National Gallery of Art de Washington,  el Museo de la Colección Frick en Nueva York,  el Hermitage de San Petersburgo o la Colecció  o la Galería de los Uffizi de Florencia, entre otros.
El Greco ha fascinado a los amantes del arte de Japón en las exposiciones organizadas en Osaka y Tokio, en las que se exhibieron medio centenar de pinturas del maestro procedentes de distintos museos de todo el mundo.
Además, a principios del mes de junio el óleo “Santo Domingo rezando” se convirtió en la obra de pintura antigua española más cara al subastarse en la casa Sotheby’s de Londres por el récord de 9,15 millones de libras (10,7 millones de euros o 13,9 millones de dólares). El dinero recaudado fue destinado  al comité alemán de Unicef.

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