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¡La vida silvestre en alerta roja!

 ¡La vida silvestre en alerta roja!

Una nueva propuesta terminológica para designar el tiempo en el que vivimos dentro de la escala geológica es el conocido como Antropoceno y el protagonista es el ser humano y el impacto de sus acciones. La aceleración de los cambios en los ecosistemas y en las especies que los habitan es un testimonio de nuestra era, marcada por transformaciones rápidas y, a menudo, irreversibles.

El cambio climático, producido por la emisión masiva de gases de efecto invernadero en el último siglo es, sin duda, el efecto antropogénico que más titulares ocupa; pero no es el único.

La deforestación y la conversión de tierras para agricultura y ganadería han fragmentado y reducido los espacios naturales, poniendo en peligro la supervivencia de especies y la diversidad genética. Un impacto humano que ha acelerado la pérdida de biodiversidad, con tasas de extinción que superan ampliamente los niveles considerados naturales.

Además, la contaminación de ríos, mares y atmósfera, ya sea mediante sustancias químicas peligrosas o por residuos sólidos no degradables, como los microplásticos, altera los ciclos de vida de las especies y disminuye la calidad de los ecosistemas acuáticos y terrestres.

Sin olvidar el impacto de las especies exóticas invasoras. Poblaciones de seres vivos transportadas por la mano humana e introducida en entornos distintos a su rango de distribución nativa, donde proliferan masivamente. Actualmente, el fenómeno de las invasiones biológicas está considerado como el mayor motor de pérdida de biodiversidad.

Estos cambios, impulsados por actividades humanas, no solo amenazan la riqueza natural del planeta, sino que también comprometen los servicios ecosistémicos, aquellos beneficios que la especie humana obtiene de los ecosistemas, y que resultan esenciales para su bienestar, su salud e incluso su mera existencia.

La vida silvestre en la cuerda floja

Tal y como reflejan desde hace décadas las publicaciones científicas, la acción humana es la responsable de los cambios drásticos en los ecosistemas terrestres y acuáticos. La deforestación, por ejemplo, claramente reduce la cobertura forestal, pero además, dada la influencia de los árboles en la formación de nubes y en la retención y gestión del agua en el suelo, con la pérdida de bosques se altera también el ciclo del agua. Los bosques amazónicos muestran tasas alarmantes de pérdida. Contrario a lo que se suele pensar, esto no influye de forma relevante en la cantidad de oxígeno disponible en la atmósfera, pero dado que estos bosques funcionan como enormes sumideros de carbono, su desaparición repercute directa y negativamente en

la regulación climática global.

La acidificación y el aumento de temperatura en el agua de los océanos, consecuencia de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero tanto o más peligrosos, comprometen la salud de los arrecifes de coral, vitales para la biodiversidad marina y la protección de las costas. Los humedales, tan necesarios para la filtración de agua y refugio de numerosas especies, están siendo drenados y contaminados a un ritmo sin precedentes. Aparte del cambio climático, las causas apuntan también a la extracción masiva de agua de los acuíferos para regadío o para usos recreativos, o a la introducción de especies invasoras de árboles, como el eucalipto, que absorben grandes cantidades de agua del suelo. Los estudios muestran cómo la pérdida de estos ecosistemas afecta la capacidad de las aves migratorias para descansar y alimentarse, lo que podría reducir drásticamente sus poblaciones.

Finalmente, es indispensable la implementación de políticas públicas que promuevan la sostenibilidad y el decrecimiento. Esto incluye la inversión en energías renovables, el desarrollo de infraestructuras más sostenibles, la promoción de una economía circular o la transformación de los modelos urbanísticos y de transporte. La colaboración internacional y el compromiso político serán claves para asegurar que estas soluciones tengan un alcance global y se traduzcan en acciones concretas que protejan y restauren nuestros ecosistemas para las generaciones futuras.

ALERTA

El Antropoceno, la era de la influencia humana sobre el planeta, pone en riesgo la biodiversidad.

Redaccion Diario de Palenque

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