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Anfibio que “amamanta” a sus crías

 Anfibio que “amamanta” a sus crías

El rasgo más característico de los mamíferos es la función de amamantar a sus crías. El mismo nombre ‘mamífero’ viene del latín mamma, ‘mama’ y ferre, ‘llevar’; literalmente ‘el que lleva mamas’. Pero a pesar de la creencia generalizada, los mamíferos no son los únicos animales que alimentan a sus crías con fluidos nutritivos segregados por su propio cuerpo. También lo hacen algunos insectos, como las abejas con la jalea real, o las hormigas y su ‘leche pupal’. Y según un estudio recientemente publicado en la prestigiosa revista Science, a la lista se ha sumado un grupo de extraños anfibios denominados cecilias.

La cecilia, del grupo Gymnophiona, representa un tipo de anfibio realmente distinto dentro de la diversidad del grupo. Se distinguen fácilmente de otros anfibios por su cuerpo alargado, cilíndrico y sin extremidades, que recuerda más a una serpiente o un gusano que a los anfibios más conocidos, como ranas y salamandras. La piel lisa y a menudo segmentada, les confiere un aspecto anillado. Las cecilias se encuentran principalmente en regiones tropicales de África, Asia y Sudamérica, de tamaño muy variable, desde unos pocos centímetros hasta casi un metro y medio, según la especie.

Las cecilias tienen una dieta carnívora, se alimentan de pequeños invertebrados del suelo. Poseen una boca con mandíbulas fuertes y, en algunas especies, dientes especializados para cavar y capturar presas. Adaptadas a una vida subterránea, muchas especies de cecilias tienen ojos diminutos, protegidos bajo la piel o incluso ausentes, lo que sugiere que la visión no es un sentido vital para estas criaturas. En su lugar, dependen más del tacto y de otros sentidos para orientarse y localizar a sus presas. Otras adaptaciones al estilo de vida subterráneo incluyen cuerpos musculosos para moverse a través del suelo y una piel especializada que facilita la respiración cutánea.

Su vida subterránea y hábitos ocultos hace que sean animales difíciles de estudiar; se conocen 219 especies de cecilias, aunque es probable que existan muchas más aún sin describir.

La mayoría de los anfibios, durante la reproducción, ponen los huevos en un lugar húmedo, son fecundados en el exterior e inmediatamente después, los adultos se desentienden. Pero las cecilias no. La primera diferencia está en la fecundación, que se produce en el interior del cuerpo de la hembra. Además, muchas especies son ovovivíparas, el huevo se desarrolla en el útero, eclosiona en el interior, y pare directamente a los renacuajos.

Otras especies son ovíparas, pero también con marcadas diferencias con el resto de anfibios. Las cecilias presentan un comportamiento de cuidado parental extraordinariamente desarrollado. La hembra enrosca su cuerpo en torno a la puesta, cuidándola, manteniéndola hidratada y protegiéndola y una vez que los renacuajos eclosionan, la hembra sigue cuidando de su prole con gran dedicación.

Algunas cecilias han llevado el cuidado maternal a otro nivel, totalmente insólito en los anfibios: además de cuidar a sus crías, también las alimentan con sustancias que produce su propio cuerpo. El entorno subterráneo y húmedo favorece el desarrollo de estas estrategias de cuidado maternal, como método para asegurar la supervivencia de las crías en un hábitat donde el alimento puede ser escaso.

La primera descripción de este comportamiento fue publicada en el año 2008, de la mano del profesor Alexander Kupfer, en aquel momento, asociado a la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania.

El artículo, publicado en la revista Journal of Experimental Zoology, mostraba cómo la hembra de Boulengerula taitanus, una cecilia endémica de Kenya, alimenta a sus crías empleando como fuente de alimento su propia piel —que arrancan, literalmente, a mordiscos—, lo que supone un alto precio para la madre.

Las hembras encontradas cuidando a las crías tenían un volumen de grasa corporal y un estado de salud más bajos que las hembras no incubadoras. Sin embargo, han hallado una estrategia para minimizar el problema: el cuidado comunal. La agrupación de nidos, estableciendo grupos sociales, favorece el intercambio de roles y el apoyo entre las hembras, aliviando la carga que representa el cuidado de las crías.

Kupfer y sus colaboradores observaron que algunas crías no coincidían genéticamente con la hembra que las cuidaba, lo que prueba el cuidado maternal compartido.

El estudio documenta por primera vez en anfibios un comportamiento funcionalmente análogo a la lactancia en mamíferos, aunque biológicamente distinto. Las hembras liberan una secreción de aspecto lechoso, rica en grasas y carbohidratos a través del conducto materno, que las crías ingieren. Esta ‘leche’, rica en nutrientes esenciales, promueve el rápido crecimiento y desarrollo de las crías.

La liberación de la ‘leche’ se produce como respuesta a estímulos táctiles y, probablemente, también acústicos de las crías. Los jóvenes se acercan al conducto materno y mediante su contacto y la emisión de sonidos, inducen a la madre a liberar la ‘leche’, que luego consumen activamente. Las crías de Siphonops annulatus muestran un crecimiento rápido durante el periodo de ‘lactancia’, con un incremento significativo en masa corporal.

Redaccion Diario de Palenque

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