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Transformando residuo plástico en nutriente compostable.

 Transformando residuo plástico en nutriente compostable.

El plástico es una sustancia cada vez más presente en el mundo. Desde hace décadas, el abuso de este tipo de sustancias, por la industria el consumo, y particularmente por los llamados ‘plásticos de un solo uso’ ha desembocado en que, actualmente, haya partículas de microplásticos en casi cualquier parte. Se puede encontrar plástico en mares y océanos, en la atmósfera, en el agua y la nieve, en plantas, peces, e incluso en el interior de nuestro cuerpo.

Otra problemática asociada es su producción. Algunos plásticos son reciclables en distinta medida, pero otros no lo son, y hay que fabricarlos de cero cada vez. La mayoría de los plásticos convencionales se producen a partir del petróleo, lo que supone el uso de un recurso limitado, cada vez más difícil de extraer, y su extracción conlleva mayores impactos ambientales.

Para solucionar ambos problemas han surgido diversos avances, dos que con frecuencia se confunden: los bioplásticos y los plásticos biodegradables, aunque suenen a lo mismo, en realidad hacen referencia a distintos aspectos e implican distintas consecuencias.

-Bioplásticos como fuente renovable

El término ‘bioplástico’ hace referencia al origen del producto, a partir de materia orgánica con base biológica; de plantas, como la patata, la soja, el arroz o el maíz —las materias primas serían, por ejemplo, el almidón o la celulosa—, o a partir de microorganismos en proceso de fermentación.

Los bioplásticos más comunes son los polímeros a base de almidón o celulosa, el polihidroxialcanoato (PHA), el furanoato de polietileno (PEF), el polipropileno (PP) y polietileno (PE) de base biológica, o el ácido poliláctico (PLA), muy empleado en la impresión en 3D.

Estos bioplásticos entran en oposición a los plásticos fabricados a partir de petróleo, como la policrapolactona (PCL), el succinato de polibutileno (PBS), el policloruro de vinilo (PVC), el poliestireno (PS) —que se utiliza, expandido, como protección para embalajes— el PP y PE de base fósil, o el tetraftalato de polietileno (PET) —presente en casi todas las botellas para líquidos—.

El origen de un plástico, sin embargo, no siempre tiene relación con su posible destino. Hay plásticos que pueden reciclarse tanto entre los de origen fósil (el PET, el PS y el PVC) como entre los bioplásticos (el PEF, o los PP y PE de base biológica). Y también los hay biodegradables en ambos grupos.

La biodegradación es un proceso que actúa a nivel bioquímico. Se considera que un plástico es biodegradable cuando puede ser asimilado por los seres vivos y degradado a nivel químico. Con el paso del tiempo y la acción biológica suficiente, un kilogramo de plástico biodegradable dejará, tarde o temprano, de ser plástico, para convertirse en biomasa o en componentes químicos simples, como CO2 o metano. Sin embargo, un kilo de plástico no biodegradable, no importa cuánto tiempo pase, seguirá siendo un kilogramo de plástico, por pequeños que sean sus fragmentos.

Por lo tanto, la cualidad de biodegradable no consiste solo en la posibilidad de fragmentar el plástico en pedazos muy pequeños –proceso denominado ‘meteorización’ y origen del grave problema de los microplásticos–.

Entre los plásticos de origen fósil, por ejemplo, son biodegradables el PBS y el PCL, mientras que el PCV, el PS o el PET no lo son. Entre los bioplásticos sucede algo similar; algunos se consideran biodegradables, como el PLA o el PHA, mientras que otros, como el PEF, no lo son. El PE y el PP, independientemente de su origen, no son biodegradables.

De entrada podría parecer que todo plástico biodegradable podría considerarse compostable. Sin embargo, pensar de ese modo puede inducir a error. Hay plásticos que, siendo biodegradables, su descomposición total puede tomar décadas en el medio natural y durante ese tiempo, generar efectos de toxicidad o problemas de salud a la fauna y la flora, y desecharlo sin más sigue siendo un factor de contaminación importante.

Los plásticos compostables son un tipo particular de plástico biodegradable que puede degradarse, en condiciones específicas, en relativamente poco tiempo. Según la norma europea que regula esta nomenclatura en la Unión Europea, EN 13432, para que un plástico se considere compostable debe cumplir ciertas características, a cumplirse en condiciones de compostaje:

  • El 90 % de su estructura debe degradarse a fragmentos de menos de 2 milímetros en al menos 3 meses.
  • El 90 % de su masa debe biodegradarse completamente en al menos 6 meses.
  • Su presencia no debe impedir o perjudicar el proceso de compostaje.
  • Su contenido en sales, metales pesados, sustancias volátiles, nitrógeno, fósforo, magnesio y potasio, así como su acidez, deben estar dentro de unos límites marcados por norma.

Así pues, todo plástico compostable es biodegradable, pero no todo plástico biodegradable tiene por qué ser compostable. Hay que tener en cuenta, además, que todos estos factores están medidos para un compostaje industrial.

Redaccion Diario de Palenque

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