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LOS TÍTULOS DEL NUEVO GOBERNANTE.

 LOS TÍTULOS DEL NUEVO GOBERNANTE.

Cronista de Palenque: Profe. Agustín Román Álvarez Bolívar.
HABLANDO DE HISTORIA.

Desde el principio de su reinado, K’inich Kan B’ahlam empleó dos títulos nuevos en
la historia dinástica de Palenque. El primero de esos títulos es Baak-el Wahy-wal,
que significa “El Wahy o Coesencia de los Huesos”, denotando que el gobernante
era una especie de protector de los restos óseos de sus antepasados.

El segundo es Aj Pitzal Ohl, “El del Portal del Juego de Pelota”; este parece
relacionar al gobernante con una abertura sobrenatural (ohl) que, de acuerdo con
las creencias mayas, estaba ubicada en el centro de esa estructura emocional.

K’inich Kan B’ahlam, en cuanto k’uhul ajaw, gran chaman, tenía capacidades para
penetrar en el numinoso mundo infraterrestre, cuyo acceso más significativo era
justamente el juego de pelota, ya que este tenía un sentido iniciático de muerte y
resurrección, como se hace evidente en el mito de los gemelos de Popol Vuh, que
mueren en el inframundo después de haber jugado a la pelota con los dioses de la
muerte, y luego renacen convertidos en Sol y Luna.

JUEGO DE PELOTA.

El juego de pelota fue un componente cívico-ceremonial de gran importancia en la
capital del señorío. En Palenque sólo existe un campo de juego de pelota, que se
ubica entre el Grupo Norte y el Palacio. La cancha mide 22 metros de largo y 10 de
ancho, y se forma entre dos edificios paralelos. Las prácticas rituales asociadas a
este juego ritual debieron convocar a numerosos asistentes locales y provinciales,
constituyendo focos de integración política y social.

La élite gobernante de Palenque tuvo marcadas preferencias por el uso de hachas y
yugos, objetos asociados a la práctica del juego de pelota. Así lo testigua el hallazgo
de 51 ejemplares, el más numeroso conocido en Mesoamérica.

Este complejo de esculturas muestra un estilo de tradición maya; en las hachas tallaron rostros humanos así como las deidades o animales, como el murciélago.

La mayoría de los yugos so lisos y en ocasiones muestran cavidades donde pudieron ir colocadas las placas de concha con glifos o superficies para ser estucadas e incluso pintadas.

La mayoría de las hachas y los yugos han sido localizados en el Palacio, donde los gobernantes podrían haberlos tenido a manera de trofeos o insignias de las victorias conseguidas. Sin embargo, el hecho de que se hayan encontrado

mutilados puede indicar que, una vez abandonada la ciudad, llegaron ocupantes
que residieron de manera temporal y los destruyeron.

UN SEÑORÍO EN AUGE.

Al morir en aquel verano del 683, K’inich Janahb Pakal heredó a su primogénito la
pesada responsabilidad de mantener su señorío floreciente que ahora imponía su
poder sobre una extensa región de las tierras bajas noroccidentales.

Al oeste, esa área se extendía por las laderas de la Sierra Norte de Chiapas e incluía
el Retiro, la localidad palencana más eminente de esa zona, así como Miraflores y
Santa Isabel. Incluso es posible que se prolongara más hacia el occidente, hasta el
sitio de Cerro Limón, cercano al río Tulijá, curso de agua que posiblemente marcó
el límite con el señorío de Tortuguero.

Al este abarcaba las poblaciones del lacandón. Los límites orientales del señorío
palencano quizá estaban marcados por los señoríos de Las Cascada-Chancalá.

Chinikiha’ y Pomoná Aunque formalmente independientes, estos sitios estuvieron
políticamente influidos por B’aakal-Lakamha’. De hecho, tal como lo hemos visto,
Pomoná´ estuvo sujeto a pago de tributo de jade a partir de la guerra de 659. Más
hacia e occidente, Palenque había establecido su dominio sobre una localidad de
Piedras Negras y sobre el señorío de Santa Elena-Wak’aab’ha.

No sabemos cuáles fueron los límites norteños del señorío palencano, hacia las
llanuras de Tabasco, pero es posible que se prolongaran hasta la zona de Jonuta.

Hacia el sur, limitaba con el señorío de Sibik-te’, de cuya capital desconoceremos la
ubicación aunque sabemos que controlaba la cueva de Jolijá-Joloñiel.

Más hacia el sur se encontraba el beligerante sitio de Toniná. Como fiel reflejo de esta época de auge, el área cívico-ceremonial de la capital se transformaba rápidamente, al tiempo que se extendían las unidades habitacionales de la urbe.

La población aumentaba con celeridad y la dinastía disponía de abundante mano de obra. K’inich Kan B’ahlam encaminó sus esfuerzos hacia la remodelación arquitectónica del Grupo de las Cruces, que requirió una dispendiosa cantidad de trabajadores.

Se propuso inaugurar la obra en el siguiente final de K’atun, el 15 de marzo de 692.
Sólo faltaban ocho años y el tiempo corría en su contra.

Redaccion Diario de Palenque

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