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EL REINADO DE K’INICH KAN B’AHLAM

 EL REINADO DE K’INICH KAN B’AHLAM

K’inich Kan B’ahlam concluyó el Pasaje 19 de los tableros del Templo de las Inscripciones el 28 de agosto de 683, donde registra la muerte de K’inich Janahb’ Pakal, y el último acontecimiento escrito en dichos tableros es la entronización de K’inich Kan B’ahlam, ocurrida el 7 de enero de 684.

El nuevo gobernante accedió al mando cuatro meses y 10 días después de la muerte de su padre. El suceso ocurrió exactamente 111 ciclos tzolk’in (de 260 días) y 37 ciclos sinódicos de Marte (780 días) después de la entronización de Ajen Yohl Mat, ocurrida el primero de enero de 605; además, entre ambas fechas media un periodo de 79 años solares con tan solo cinco días más.

Todo indica que K’inich Kan B’ahlam eligió su fecha de entronización para establecer un parangón cronológico con la de antecesor. Como es habitual en las inscripciones palencanas, el acceso al mando fue referido como “la atadura de la diadema señorial en la cabeza de K’inich Kan B’ahlam”.

Esta insignia de mando Nuk Yajaw Chan. Ese mismo día, el nuevo gobernante concedió a K’inich K’an Joy Chitam, su hermano menor, el nombramiento de b’aah ch’ok, “heredero principal”, convirtiéndolo en su virtual sucesor.

La terminación y consagración del Templo de las Inscripciones.

El último pasaje de los tableros del Templo de las Inscripciones asienta que K’inich Kan B’ahlam dio los cuidados a la “Casa de los nuevos acompañantes”, nombre de la cámara funeraria de su padre, lo cual puede significar que mandó labrar, en el lugar correspondiente, la fecha de la muerte de Pakal.

Para la ceremonia de inhumación de Pakal, K’inich Kan B’ahlam vistió el cadáver de su padre con un magnifico atavío esencialmente compuesto por piezas de jade. En este valioso ajuar destaca la máscara, que fue modelada en estuco y recubierta por placas o teselas de jade, mientras que los ojos son de concha y obsidiana.

Entre los labios muestra el diente limado característico del dios solar, K’inich Ajaw, con el que se identificaban los gobernantes.

Las máscaras funerarias buscaban sustituir el rostro perecedero del monarca por un retrato eterno; preservar mágicamente de la muerte al gran señor, absorber su personalidad, fijar su espíritu, que se aloja en la cabeza, y protegerlo de los seres maléficos que lo acecharían en el camino a su última morada en el inframundo.

Pakal potaba también una diadema compuesta de discos de jade, y en su boca fue
colocada una cuenta semiesférica de un jade verde muy intenso. Esto simboliza el corazón, fuente de la energía vital, y tenía por objeto recoger y preservar esa energía que salía por la boca en el momento de expirar.

Entre los restos del cuerpo se hallaron otros múltiples objetos de jade:
collares, pectorales, bezotes, pulseras, anillos y orejeras, así como cuentas tubulares que sirvieron para dividir el pelo en mechones.

Además de los objetos de jade, había perlas, conchas y piezas de
hueso. Sobre el taparrabo se colocó una figurita de jade en forma humana.

En la palma de la mano derecha, Pakal portaba un dado de ese mismo material, que simbolizó los cosmos, concebidos en forma cuadrangular, y en la mano izquierda, una gran esfera, símbolo del tiempo circular, cíclico.

Redaccion Diario de Palenque

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