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Hablando de historia

 Hablando de historia

Profesor Agustín Román Álvarez Bolívar.

Los investigadores.

Entre tanto, en Europa se habían realizado grandes descubrimientos sobre los mayas. El director de la biblioteca de Dresde, J. Gotze, había encontrado en Viena y comprado un espléndido manuscrito que se conocería después como el Códice de Dresde, quizá el más espectacular de los códices mayas conocidos. Por los mismos años, León de Rosny localizó y público en 1864 un códice encontrado en la Biblioteca Nacional de París, conocido en la actualidad como el Códice Peresiano o París.
Estos investigadores, que ahora aportan valiosa información acerca de la cultura maya, son la avanzada de lo que después será la corriente de los epigrafistas, o especialistas en el desciframiento que se encuentran a mitad del camino entre la historia escrita y la arqueología. Quizá el más importante de esta naciente corriente es el abate francés Brasseur de Bourbourg.
Charles E. Brasseur de Bourbourg llegó a México en 1848 y durante muchos años realizó expediciones a Chiapas, Yucatan y Guatemala. A esta ciudad llegó en 1854, nombrado cura de Rabinal y luego de San Juan Sacatepeques. Aprendió las lenguas quiché y cakchiquel y a él debemos la recuperación del Popol Vuh, el Rabinal Achí y los memoriales de Tecpan-Atitlán, que arrojan luz sobre la cosmología, el teatro y la historia de los mayas, en particular de las tierras altas. A su regreso a Francia en 1857 público los cuatro tomos de su Historie des natións civilisées du Méxique et de IÁmérique central, pero su logro más famoso fue localizar en 1863 en Madrid la Relación de las cosas de Yucatan de fray Diego de Landa, fuente capital sobre la cultura maya. En 1866 conoció al investigador Juan Tro y Ortelano, que tenía en su poder un fragmento de códice maya denominado Códice Troano; con su autorización Brasseur lo estudia y publica en 1869, que constituye junto con un fragmento localizado más tarde por Juan Ignacio Miró al tercer gran códice denominado Códice Matritense o Madrid; años más tarde Brasseur de Bourbourg fundó en París la Sociedad Americana de Francia, equiparando así la arqueología de este continente con las prestigiadas de Oriente o Egipto.
Es por este creciente interés de los franceses que llega a México en 1857 el investigador Desiré de Charnay, quien al igual que Brasseur se interesaba por todas las culturas mesoamericanas. En su primer viaje llegó a Yucatán y a él vuelve en 1880; en su obra describe un sin número de ruinas, entre ellas las de Comalcalco y Jonuta en Tabasco, Palenque y Yaxchilán, en Chiapas, Aké, Izamal, y Uxmal, Chichen Itzá y Kabah en la Península de Yucatán, y llega hasta Tikal en Guatemala. En todas dibuja y usa la novedosa fotografía; su libro Les Anciennes Villes du Nouveau Monde se publica en 1885 y es aún una importante fuente histórica.
En Yaxchilán, hacia 1870, Charnay conoció al explorador inglés Sir Alfred Percival Maudslay, inicialmente un funcionario colonial británico adscrito a los Mares del Sur. Maudslay, dando un giro radical a sus intereses, se trasladó a Guatemala y entre 1881 y 1894 viajó y estudio la zona maya desde Copán y Tikal hasta Palenque y Chichen Itzá. Su enorme obra de arqueología que se caracteriza por su precisión y minuciosidad, corresponde a cinco de los 17 volúmenes de la Biología Centrali-Americana, que se editó entre 1889 y 1902.
Maudslay y Charnay dieron inicio a la moderna arqueología maya. Del primero, la calidad de su trabajo le valió patrocinio del Museo Peabody de la Universidad de Harvard, para la que excavó Copán, con lo cual comenzó la era de las instituciones. |

Redaccion Diario de Palenque

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