Cancel Preloader

Bailaba al son que el Diablo quería.

 Bailaba al son que el Diablo quería.

Por Ernesto Salayandía García

En casa de mis papas, la noche de paz, la convertía, en la noche del infierno, entre copa y copa, lo que hace un borracho en cualquier reunión, ponerse hasta las chanclas, perder la compostura y el respeto por los demás, al subirse el alcohol a la cabeza, el torbellino comenzaba a crecer de manera ascendente, discutiríamos mi hermano y mi cuñado por cualquier tontería, al calor de las copas, los insultos, las ridiculizaciones, las agresiones entre nosotros no se dejan esperar, me tornaba demasiado agresivo con mi madre, mi esposa y con mis hermanas que pretendían parar las discusiones, no me importaba ver derramar el rímel de sus ojos, ni los llantos de angustia, de miedo. – Ya por favor, no peleen, ya no discutan. – por supuesto que alcoholizado yo no entendía nada y me alimentaba más y más de furia, de odio contra mi hermano y el hacía lo propio, mi cuñado, nos picaba uno al otro a ver de qué cuero salían más correas, los niños, asustados, la ilusión de la navidad, estaba muerta, nosotros la habíamos exterminado, el encanto de la noche buena, se esfumaba y todo había cambiado por ese par de locos, borrachos, neuróticos que se decían de todo, así fueron muchas navidades, muchos diez de mayo, muchas cenas de año nuevo, así me demostré a mí mismo lo mediocre que fui, el tipo egocéntrico, nefasto, característica propia de un adicto, incapaz de controlar su ira, por demás un tipo endeble y soberbio, yo lo arruine todo por no tener la voluntad de cambio, el amor propio para dejar de consumir, llegue a pensar, cuando lo perdí todo, pesando menos de 50 kilos, amarillo, ojeroso, deprimido que en verdad, estaba embrujado, fui dos veces a que me dieran una limpia.-

Navidad, sin alcohol, ni drogas

Sé que no soy el único recuperado, tengo amigos que son un verdadero ejemplo a seguir en sobriedad, por sus formas de vivir en pareja, con familia, sobre todo, por sus patrones de conductas, hoy, la cena de navidad , la noche buena, tiene un alto significado, el Nacimiento del Niño Jesús, la celebración de su presencia en nuestros corazones, mi compromiso para predicar con el ejemplo, engrandecer el respeto hacia los míos, dar lo mejor de mí a cada uno de los miembros de mi familia, demostrar con amor, lo que significa para mi tener una familia como la que tengo, es gratitud a Dios por el cumulo de bendiciones, comprobar que la familia es sagrada, que es una gran responsabilidad viví la vida, libre de sustancias y conductas toxicas, he podido disfrutar 22 cenas de noche buena sin alcohol, sin cocaína, sin neurosis, hoy puedo estar en una discoteca, una cantina, un hotel con serví bar, una fiesta o una cena en familia, sin beber, sin estar anestesiado, comprendo que la vida tiene otro sentido, el tiempo perdido, perdido, se es mediocre, cuando no valoro nada, cuando no respeto y me meto en lo que no me importa, el mediocre se pasa la vida lamentándose, quejándose, no le pone acción a la vida, es conformista, apático, aislado, irresponsable, soberbio incapaz de resolver su propios problemas, es un verdadero conflicto para todo el mundo, ni el mismo se entiende, es inmaduro, endeble, híper mediocre, con tendencias al fracaso total en todo lo antisocial, su vida es un verdadero fiasco, mientras no cambie, mientras no madure y se respete así mismo, solo hasta ese momento, seguirá hundido en su pantano de arenas movedizas que entre más torpe sea, más se hunde, será, el mediocre de mediocres, un nacido, bueno para nada. La gente mediocre es adicta a decir mentiras, su vida es una mentira que apesta más que el basurero municipal.

La familia alcohólica

El adicto, el borracho empedernido, el mediocre, el mentiroso, el mal hecho, el corrupto, el mal servidor, aprende sus patrones de conducta en casa, a ese niño irreverente, ingobernable, berrinchudo, no se le enseño lo que es el respeto, no se le pusieron límites a tiempo y adquiere la soberbia de su ser, se convierte en el niño caime mal, capaz de golpear a su madre y hermanos, capaz de retar al padre y ser un verdadero problema de convivencia en su escuela, es fácil detectara esos niños, que son candidatos a convertirse en drogadictos, rateros, ladrones, malos servidores públicos, porque crecen sin hábitos, de patrones de conducta, crecen sin la más mínima noción de lo que es el respeto, esos niños, mal educados, mal comportados, son quienes portaran las amenaza de adultos, serán capaces de descargar ira ante cualquiera, por otra parte, la mediocridad, se contagia, sé hereda igual , aprende en casa, se es perezoso, conformista, tramposo, indeciso, se es engañifa, carente de orden, madures y de compromiso, un mediocre, lo es de por vida, mientras no quiera cambiar sus conductas toxicas, por ello, no hay recuperación en el mundo de los adictos, salvo sus honrosas excepciones, un mediocre, cree que su madre siempre va a estar ahí soportando su vida ingobernable, cree que cada vez que toque un fondo, habrá de aparecer la madre rescatadora y salvarlo una vez más, mientras continuara atascándose de sustancia, tocando más y más fondos, la familia se enferma más que el adicto y es el cuento de nunca acabar,. El que nace para maceta, de corredor no pasa. – La madre o la esposa de un adicto mediocre, crece en su neurosis, se torna mecha corta, explosiva, intocable, el adicto le robo la paciencia, dignidad, tarde que temprano, se cansa y lo manda a freír espárragos, decisión tardía que debió haber asumido cuando la adicción apenas surgió, hay adictos que son la maldición de la familia y son expertos en desmoronar el hogar, el llevarlos a la quiebra económica, simplemente porqué el adicto es un mediocre empedernido, bueno para nada, un cero a la izquierda, con quien puedes hacer un gran negocio, comprarlo en lo que vale, es decir, un cacahuate, venderlo en lo que él cree que vale, sintiéndose , el Rey de Inglaterra y ese es el sello de distinción de un adicto como yo, creerse superior a cualquiera.

Redaccion Diario de Palenque

Notas Relacionadas