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El Bastión de los Derechos Humanos

Por: Raúl Contreras Bustamante

La trascendencia de los derechos humanos ha sido materia de múltiples estudios dentro de la academia. El célebre profesor florentino de Filosofía del Derecho y de Teoría General del Derecho, Luigi Ferrajoli los ha dado en llamar: “El Corazón mismo de las constituciones y parte sustancial de una democracia”.

A lo largo del siglo de vida que acompaña a nuestra Constitución, el catálogo de derechos humanos se ha enriquecido, se cambió la concepción de que el orden constitucional los “otorgaba”, para establecer —de manera categórica— que los “reconoce” y se han creado diversas instituciones y medios de defensa para su protección.

Recordar lo anterior es sumamente oportuno, porque hace unos días tuvo lugar en Los Pinos el Informe Anual de Actividades 2017 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Ahí el ombudsperson nacional, Luis Raúl González Pérez, subrayó que el balance actual en México respecto de los derechos humanos: “No es favorable”.

La voz del universitario González Pérez fue fuerte y contundente al señalar que: “Sin seguridad, jamás habrá una vigencia real de los demás derechos fundamentales y sin respeto a estos derechos, las medidas de seguridad que se adopten no podrán ser aceptables y serán vistas como una imposición autoritaria.

“Nuestro país requiere seguridad, pero no a cualquier costo ni por cualquier medio”. Preocupa el señalamiento que durante el informe se hizo, en relación al poco eco que en las distintas autoridades han tenido las recomendaciones, propuestas y determinaciones de la CNDH.

De poco sirven los discursos si las instituciones no respetan ni atienden lo que la Comisión les señala. Es una revictimización institucional y se inscribe en la cultura de la simulación.

México es un país de marcados contrastes y problemas endémicos. La pobreza, desigualdad social, discriminación, corrupción, abuso de poder e impunidad son factores determinantes que frenan la conquista eficaz de los derechos de la población.

No debemos perder de vista jamás, que la razón de existencia del Estado es su propia sociedad. Es el elemento que le dio origen, por ello, ningún gobierno que se considere democrático puede ser viable si no se sustenta en el respeto y defensa real de los derechos de las personas.

Se equivocan quienes piensan que los derechos humanos son herramientas que benefician a los delincuentes. Los derechos humanos son valladares que frenan el abuso del poder de las autoridades. Así lo contempla nuestra Constitución, así lo exige el amplio catálogo de derechos con el que contamos los mexicanos.

Nuestra Carta Magna no se conforma con hacer sólo una enumeración formal de derechos, sino que contempla también instituciones, recursos y garantías de enorme valía para el aseguramiento en el cumplimiento de los derechos. Entre ellos, de manera destacada, se encuentra la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Hace unas décadas la expresión derechos humanos no figuraba en las consideraciones de los mexicanos. A partir de la instauración —en 1990— de la CNDH se logró que el término cobrara presencia e importancia, día a día.

Hoy, me atrevo a decir que, sin la Comisión Nacional de Derechos Humanos, México sería distinto, pero jamás sería mejor.

Como Corolario las palabras del Dalai Lama: “La paz sólo puede durar cuando se respetan los derechos humanos, cuando los individuos y las naciones son libres”.

Fuente: Excelsior

Redaccion Diario de Palenque

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