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¿Qué es el glaucoma y cómo tratarlo?

 ¿Qué es el glaucoma y cómo tratarlo?

El glaucoma es una enfermedad ocular que daña el nervio óptico, un nervio situado en la parte posterior del ojo que puede provocar una pérdida repentina de visión. Es posible que no notes los síntomas, ya que empiezan lentamente. Un examen ocular completo con dilatación de la pupila es la única forma de determinar si tienes glaucoma.

El glaucoma es la segunda causa mundial de ceguera y una de las enfermedades oculares menos tratadas. Puede tener resultados graves, ya que no hay indicios tempranos, por lo que es difícil de diagnosticar o tratar.

El glaucoma es una categoría de enfermedades oculares que se distinguen por los rasgos físicos, como el glaucoma de ángulo abierto y el de ángulo cerrado.

También se puede diferenciar en primario y secundario, en función de si no hay ninguna otra enfermedad preexistente en el ojo del paciente (primario), o si se ha desarrollado un glaucoma en un ojo que ya tiene una enfermedad previa.

El glaucoma de ángulo abierto es el más frecuente, ya que 9 de cada 10 personas con glaucoma lo padecen. Habitualmente no muestra síntomas hasta que se empieza a perder la visión, aunque puede no notarse de inmediato. Está causado por la obstrucción gradual de los tubos de drenaje del ojo, lo que provoca un aumento de la presión ocular. Se denomina de ángulo abierto porque el iris (la parte coloreada del ojo) y la córnea tienen un ángulo amplio y abierto más de lo debido. Tarda mucho en desarrollarse y acaba por convertirse en una enfermedad de por vida.

El glaucoma que es congénito, es decir, se nace con él. Se desarrolla en los bebés cuando los canales de drenaje del ojo no se desarrollan adecuada o completamente durante el periodo perinatal. Se trata de un trastorno poco frecuente que puede transmitirse de generación en generación. En algunos casos, recurriendo a la medicación se soluciona, pero en otras ocasiones se precisa de cirugía. La microcirugía suele solucionar completamente los problemas estructurales más sencillos.

Tu ojo está siempre lleno de humor acuoso. La cantidad de humor acuoso que entra en el ojo debe estar equilibrada con la cantidad que debe drenar. Éste drena hacia fuera a través de una región conocida como ángulo de drenaje, un proceso rutinario en el ojo que ayuda a mantener una presión intraocular (PIO) constante en el ojo. Cuando el ángulo de drenaje no funciona, el líquido tiende a acumularse en el ojo, aumentando la presión, lo que puede dañar el nervio óptico (el que conecta tu ojo con el cerebro para interpretar lo que estás viendo).

Más de un millón de fibras nerviosas microscópicas componen el nervio óptico. Si estas fibras mueren, empezarás a tener puntos ciegos en tu visión, que pueden no notarse hasta que la mayoría de las fibras del nervio óptico hayan desaparecido. Una vez que mueran todas las fibras, te quedarás ciego.

La razón exacta por la que aumenta la presión sigue siendo un misterio para los científicos, aunque hay algunos factores externos que contribuyen a la acumulación del humor acuoso, que podrían ser: el uso de gotas oculares dilatadoras, la toma de medicamentos para otros fines, como los corticoides, cuando se reduce el flujo de sangre a tu nervio óptico en el ojo, comorbilidades como la presión arterial elevada, etc.

Los distintos tipos de glaucoma tienen síntomas diferentes, y en función de cómo se manifieste, los médicos podrán diagnosticar y tratar la enfermedad.

En las primeras fases del glaucoma de ángulo abierto, no hay signos ni síntomas de advertencia, sino que las zonas ciegas en la visión periférica (visión lateral) se desarrollan a medida que la enfermedad se va desarrollando. Por ello, las personas que lo padecen no detectan ningún cambio en su visión hasta que la enfermedad ha progresado hasta el punto de ser irreversible. Por esta razón se conoce al glaucoma como el “ladrón silencioso de la vista”. Los exámenes oculares regulares pueden ayudar a tu oftalmólogo a detectar esta enfermedad antes de que cause la pérdida de visión.

Si se diagnostica el glaucoma cuando todavía se encuentra en sus fases iniciales, puede tratarse con medicamentos en forma de gotas oculares diarias. Estas gotas ayudan a disminuir la presión ocular, o incluso reduciendo la cantidad de líquido acuoso que produce el ojo. Otras ayudan a que el líquido fluya mejor por el ángulo de drenaje, reduciendo la presión. Algunos de estos medicamentos pueden producir efectos secundarios, como picor o escozor persistente, ojos rojos, etcétera, por lo que es importante que siga las instrucciones de su médico al utilizarlo y, en caso de que aparezcan síntomas de alarma, consulte con él si es normal o si debe cambiar el tratamiento.

En otras ocasiones, se tiene que recurrir a la cirugía con láser para tratar el glaucoma. Existen principalmente dos tipos: la Trabeculoplastia y la Iridotomía.

Redaccion Diario de Palenque

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