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Ataque a la embajada y la amenaza de la OTAN como escenarios del eclipse

 Ataque a la embajada y la amenaza de la OTAN como escenarios del eclipse

NAO DE CHINA

Ataque a la embajada y la amenaza de la OTAN como escenarios del eclipse

Emmanuel Dorantes Balanzar, historiografista e investigador

 

I

“Defendí el honor de la soberanía de mi país”, dijo no sin conmoción el Jefe de Cancilleres de México, Roberto Canseco, instantes después del allanamiento de la embajada de México en Ecuador por parte de policías del país sudamericano para arrestar a su expresidente Jorge Glas; la entrevista con el representante de la embajada mexicana es a breves pasos del lugar de los hechos y su consternación quedó registrada para siempre ante los medios y ante las cámaras. No es para menos.

La embajada de un país se considera territorio de ese país. La noche del viernes, policías tácticos ecuatorianos irrumpieron de forma ilícita al interior de la embajada de México en Quito para sustraer al vicepresidente ecuatoriano acusado de corrupción, pero que se encontraba refugiado en el recinto mexicano en espera de un asilo político en nuestra nación. Las fotografías de uniformados saltando la barda de la sede diplomática y donde se ve a uno de ellos en lo más alto del muro y justo a un lado del escudo nacional mexicano refleja de forma gráfica y total el significado del momento vergonzoso.

La acción de las autoridades ecuatorianas viola todo tratado internacional. En el Artículo de la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas se lee, en su apartado primero, que los locales de toda embajada son INVIOLABLES y que los agentes del Estado receptor no pueden penetrar en sus instalaciones sin consentimiento. Luego, el apartado segundo aclara que el Estado receptor debe evitar toda intrusión y el tercero establece claramente que una embajada NO puede ser objeto de ningún registro ni de ninguna otra medida de ejecución. La policía ecuatoriana hizo todo lo contrario. Lo que las autoridades de aquella nación perpetraron es, en la práctica, una invasión a territorio mexicano y un atentado a la soberanía nacional.

Por ello es que el Gobierno de México actuó en consecuencia y como corresponde: rompió relaciones diplomáticas con Ecuador. Es apenas el comienzo. En seguida, México tendrá que levantar una denuncia ante el Comité de Justicia Internacional para que se tomen las sanciones debidas contra la nación invasora. Luego vienen las consecuencias de las cuales los ecuatorianos residentes en México serán los únicos afectados: la expulsión. No se puede residir en un país con el que no se tienen relaciones diplomáticas, por lo menos no de forma legal. Aquí es donde queda la gran incógnita: ¿En qué condición quedarán los ilegales ecuatorianos que en este momento pasan por México como indocumentados en busca de una vida mejor?

De los ecuatorianos que en este momento son parte del Viacrucis Migrante que hace diez días salió a pie de Tapachula, Chiapas, en una megamarcha de casi dos mil indocumentados que buscan atravesar el país para llegar a EEUU. Si ya de por sí eran ilegales en nuestro país, ahora pasan a ser menos que eso y quedarán en condición de nada, son gente que oficialmente no existe; nos recuerda a los “vaporizados” de la novela distópica de George Orwell “1984”. Como siempre, los más afectados son los que menos tienen y ahora Ecuador deja a sus ciudadanos desamparados en una nación a la cual ofendieron.

 

II

La declaración del secretario de Estado de Estados Unidos de hace unos días puede causar incertidumbre si no se maneja con cuidado. Antony Blinken dio a conocer que Ucrania sí pasará a ser parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, situación que se interpreta como amenazante en un escenario donde aquel país se encuentra en guerra contra Rusia y que ante la posibilidad de una intervención de los países miembros, entre ellos EEUU, el conflicto alcanzaría escalas de dimensiones descomunales y hasta determinantes. Pero la realidad va más allá de eso.

Es necesario aclarar que para que la guerra entre Ucrania y Rusia alcance mayores proporciones, primero Ucrania debe pasar a ser parte de la OTAN, organismo que se maneja bajo la primicia “quien se mete con un país de la OTAN se mete con todos los países de la OTAN”. Pero es preciso no adelantarse si primero Ucrania no se incorpora a la organización multinacional. Aún así, si esto llegara a suceder, en efecto, el conflicto con Rusia podría ser de grandes proporciones, sí, pero sería una guerra de grandes proporciones netamente CONVENCIONAL, es decir, no veremos hongos nucleares levantándose por la superficie terrestre. Toda guerra tiene intereses económicos, de dominación. No habrá a nadie a quien dominar si todos nos aniquilamos.

En el hipotético caso de una eventual incorporación a la OTAN por parte de Ucrania y de los demás países que ya la integran interviniendo en el conflicto contra Rusia, tampoco veremos tropas norteamericanas ni ninguna más rompiendo el frente ruso y penetrando al territorio a través el Volga para llegar a Moscú, tomar el Kremlin y levantar la bandera de las barras y estrellas sobre la Plaza Roja. No, eso no pasará. Los demás miembros de la OTAN apoyarían a Ucrania, claro, pero sólo brindando apoyo de suministros de guerra y de asesoría militar, cosa que no pueden hacer ahora de manera directa por no contar con las bondades que brinda una alianza política a través de un organismo internacional formal y reconocido.

Lo que sí veremos es a los miembros de la OTAN ayudando a Ucrania a ganar su propia guerra otorgándole los medios para hacerlo. Los misiles de largo alcance y los drones para repeler la ofensiva rusa y así pasar a una ofensiva propia que por ahora Ucrania no puede lograr por no contar con los recursos suficientes. Una cosa es la férrea defensa con la que ha resistido al ejército ruso, pero otra es pasar a una fase de contraataque. Por cada efectivo de tropa en la fase defensiva necesita por lo menos tres o cuatro para pasar a una fase ofensiva.

Al final, la guerra se resolvería con Ucrania retomando Crimea, donde empezó todo hace diez años, y con unos EEUU que habrán resultado los verdaderos vencedores al lograr integrar a la OTAN a un país en posición estratégica en Europa del Este que será el equivalente de Israel, aliado norteamericano, entre todos los países musulmanes. EEUU se habrá salido con la suya al apoyarse en la OTAN para que a través de Ucrania logre que Putin se conforme con tener al incómodo rival en su patio de enfrente. Pero falta que Ucrania se incorpore a la OTAN. Por cierto, si Donald Trump gana las elecciones de EEUU, esta posibilidad se alejaría.

 

III

En unas horas más tendremos el eclipse total después de 33 años de un fenómeno astronómico similar; recordemos que aquel 11 de julio de 1991 registró el evento como El Gran Eclipse de México y tuvo una cobertura descomunal precedida por una amplia difusión promocional que culminó con el gran evento televisado que a través de la vieja pantalla de cinescopio nos regaló grandes momentos, como los animalitos que llevaron a las zonas arqueológicas para ver cómo reaccionaban al ver la noche en pleno día y donde hasta un OVNI fue filmado en la ciudad de México.

En aquellos días nos dijeron que no veríamos algo similar hasta el 8 de abril de 2024; y la fecha ya llegó. Resulta curioso que a pesar de las redes sociales el entusiasmo por el fenómeno cósmico este 2024 no refleje tanto entusiasmo como el de hace 33 años. ¿Es que la inocencia se ha pedido tanto? Lo que no ha cambiado es la actitud por parte de entusiastas que aprovecharán el momento para realizar algún tipo de ritual natural que les permitirá algún tipo de conexión espiritual. Y lo harán en las zonas arqueológicas donde el fenómeno será “visible”.

Insisto en entrecomillar “visible”, pues el eclipse no debe mirarse directamente, ni mucho menos en la fase de anillo de diamantes, que es cuando tras la superposición total, un gran destello solar se anuncia en el borde de la sombra; el daño a la retina aquí es irreversible y las recomendaciones por parte de los órganos oficiales nacionales lo han repetido constantemente, además de tener el acierto de advertirnos sobre el uso de filtros para la observación oficiales.

Pero una cosa más llama la atención: los estudios especializados que en días recientes se han publicado y donde nos recuerdan que culturas antiguas como la teotihuacana, si bien no registran eclipses de manera a explicita, sí contaban con recintos o instrumentos para el estudio del fenómeno, los encontrados en la zona arqueológica de Teotihuacán. Esto debe celebrarse, pues nos indica que las grandes culturas mesoamericanas apreciaban el eclipse desde el punto de vista CIENTÍFICO y no desde la superstición. Por eso las autoridades cuestionan que se lleven a cabo ritos mágicos en las zonas arqueológicas durante los fenómenos astronómicos. No está documentado que los antiguos ancestros los realizaran. Por el contrario, fueron civilizaciones avanzadas que tenían en este tipo de eventos cósmicos un motivo de estudio formal sustentado en la ciencia.

 

Río Amarillo

El viajero de la Nao de China saluda desde estas líneas con nuevos proyectos literarios, periodísticos y de investigación. Se tiene el apoyo de un gran medio de comunicación que en poco tiempo ya considero mi familia desde donde en pocos días ya se verán en pantalla los proyectos gestados desde los últimos meses. Esta columna es sólo el principio. También pronunciamos nuestro mas enérgico repudio contra las acciones de la autoridad ecuatoriana en nuestra embajada mexicana de Quito. No sólo violaron la Convención Viena, también atentaron contra la primicia de nuestro glorioso himno patrio: han profanado con sus plantas el suelo de nuestra Patria. Pero traemos buenas noticias en este desembarco de la Nao de China, pues desde aquí les decimos que no tendremos una tercera guerra mundial sólo porque el gobierno actual de EEUU busca una posición de privilegio con sus aliados de la OTAN a través de Ucrania. Además nos congratula corroborar lo que ya sabíamos: que las culturas mesoamericanas eran más científicas que supersticiosas. El Río Amarillo está en mi mente y mi corazón.

 

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