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EL CARNAVAL DE BACHAJÓN

 EL CARNAVAL DE BACHAJÓN

El Carnaval de Bachajón es, pues, en primer lugar la conmemoración de un hecho pasado.

Hace revivir cada año, a través de ritos espectaculares en los cuales participa gran parte de la población, el antiguo antagonismo que al principio de la época colonial oponía barbarie a civilización, selva salvaje a pueblo constituido en “policía”, tierras bajas insumisas a tierras altas reducidas.

Al mismo tiempo conmemora la superación de ese antagonismo que de alguna manera misteriosa se logró con la fundación del pueblo.

Pero el carnaval de Bachajón es mucho más que una conmemoración o reactualización del pasado. Es sobre todo la reestructuración anual de la sociedad anual bachajonteca. Es el momento clave y el lugar privilegiado para el cambio del gobierno indígena tradicional y el establecimiento del nuevo orden sociopolítico que durante un año regirá la vida de la comunidad. Es esto el aspecto más transcendental de la fiesta.

En efecto, con ocasión del carnaval se reúnen los cuatro calpules, que desde antaño forman el barrio de San Sebastián, que constituye el núcleo del antiguo pueblo colonial: Wayel, Ba’il, Lakmá y Tijá.

Encabezados por sus respectivos principales, los miembros de dichos capules salen de sus
parajes dispersos y se juntan en la cabecera para presenciar y aprobar con motivo de la
fiesta, el nombramiento del nuevo gobierno que para el año venidero estará al servicio
de la comunidad.

La fiesta se celebra, pues, a dos niveles. A un primer nivel el más espectacular, aunque no
el más significativo, es la reactualización de la guerra entre bachajontecos y lacandones. A
un segundo nivel menos vistoso, pero más fundamental es la reestructuración de la vida
comunitaria actual del pueblo de Bachajón. El grado de importancia de los dos niveles está
reflejado de cierto modo en los dos tipos de episodios que contiene la fiesta.

En efecto, se pueden distinguir en ella, siempre según el análisis de Aurore Bequelinmonod y Alain Breton unos episodios repetidos y unos episodios únicos. Los primeros ritualizaban el hecho histórico de la guerra; los otros celebran sobre todo el acontecimiento actual del cambio de gobierno.

Entre los primeros figuran el xoral simulación dramática del antagonismo entre extranjeros de la selva y habitantes del pueblo; otro episodio repetido son los bailes donde los dos campos; opuestos en la guerra roja, se reconcilian amigamente y prácticamente el único es el ka’sese, k’op o “traslado de la palabra”, el rito del cambio de varas llamado también juramento.

Redaccion Diario de Palenque

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