Cancel Preloader

Hablando de historia.

 Hablando de historia.

Cronista municipal de Palenque
Profesor Agustín Román Álvarez Bolívar

PUEBLO EN VILO: SAC-BAHLAN DEL LACANDON ANTES DE SU DESTRUCCIÓN POR LOS ESPAÑOLES

Patrón de asentamiento y población

El tipo de asentamiento que ofrecía en 1695 la nación lacandona a los españoles –una cabecera con dos pueblos satélites— no parece haber sido el modelo acostumbrado por ella. El patrón tradicional parece haber sido más bien una cabecera con un solo pueblo secundario adjunto. Eso era por lo menos el panorama al principio del siglo XVII; entonces los lacandones vivían repartidos en dos centros, Sac-Bahlán y Culuacán, ambos gobernados por cuatro caciques. Los cinco viejos interrogados en agosto de 1695 por Fray Margil y sus compañeros confirman ese dato; los nombres de caciques que dan son los mismos nombres de los caciques que por los años de 1610-1630 gobernaron en Culuacán:

“. . .convinieron todos en decir que los lacandones no tienen más pueblo que este (de Sac-Bahlán), de esta ni de la otra parte del Río Grande, y que los principales Culamná, Chichel, Bubau y Tzatzí tuvieron formado un pueblo distante de este y en él asistieron y vivieron . . .”

Este modelo tradicional, que probablemente ya existía en el tiempo en que los lacandones vivían todavía en la laguna, se abandonó en un momento dado por razones desconocidas. Una explicación posible es la discordia que a veces ha tenido que surgir en el seno de la comunidad y terminar con romper la unidad. En 1695, vaya de ejemplo, existió un fuerte desacuerdo entre los habitantes de Sac-Bahlán por un lado y los de los dos pueblitos de Petá y Map por otro. Esto sabemos por una información del Capitán Ignacio de Solís, según la cual los habitantes de Petá y Map no quisieron unirse con los de Sac-Bahlán, “por ser estos tan grandes ladrones”. Otra explicación, más prosaica todavía, podría ser el hecho de que los cuatro calpules de Xulamná, Bubau, Chichel y Tzactzí solían abandonar cada año su pueblo para dedicarse, cada quien, por su lado, a la roza de nuevos terrenos para sus milpas, como lo hacían de igual manera los cuatro calpules de Sac-Bahlán. De todos modos, en el momento que Fray Antonio Margil llegó por primera vez al Lacandón la comunidad de Culuacán estaba repartida en cuatro pueblitos separados, de los cuales dos habían sido destruidos por el fuego y los otros dos por un ataque de los petenactes, según declaración de los mismos cinco viejos:

“. . .y después salieron (¿de Culuacán?) Y fundaron cuatro pueblecillos de veinte familias, y sucedió que los pueblecillos de Xulamná y de Chichel se quemaron, y sus indios con sus caciques se vinieron a vivir a este pueblo (de Sac-Bahlán). Y los otros dos pueblecillos de Bubau y Tzatzí fueron acometidos de los indios del Petenecte, sus enemigos, y robaron muchos, y los pocos que quedaron se vinieron a este pueblo y las poblaciones se quemaron y la quemazón de estos cuatro pueblecillos fue un invierno antes que vinieron a este pueblo (de Sac-Bahlán) los padres misioneros apostólicos Fray Melchor y Fray Antonio. . .”

A finales de 1694, después de la salida de los dos misioneros, los cuatro caciques hicieron un nuevo intento de población, esta vez en dos pueblos, Petá y Map. Estaban todavía ocupados en la roza de sus milpas –con los machetes y hachas recibidas en Cobán– cuando llegaron las tropas españolas. En 1610-1630 había en Sac-Bahlán trescientas casas y en Culuacán ciento cuarenta. En cada casa vivía entonces “una familia entera: padres, hijos, yernos, nueras y nietas”. No sabemos cuántas personas contaba en aquella época una familia entera. Los datos que tenemos son del año de 1696. Estos dan un promedio de cinco individuos, pero hay que anotar que en 1696 las familias encontradas en las casas estaban incompletas, tanto por la huida de varios de sus miembros como por las epidemias que desde 1694 habían empezado a diezmar la población. Para compensar estas pérdidas hay que añadir un mínimo de dos personas por casa, lo que da un número de siete individuos por casa. Según este cálculo más bien conservador, la población lacandona había sido en 1610-130 de tres mil ochenta personas.

En 1695, Sac-Bahlán ya no tenía más de cien casas; Petá y Map contaban con unos veinte hogares cada uno. Según el mismo cálculo de siete personas por cada casa la población se reducía entonces a unas mil personas, o seas apenas un tercio del número de sesenta años antes. ¿Cómo explicar esta baja impresionante? Las enfermedades contraídas al contacto con los españoles e indios amigos en 1694 y 1695 obviamente no han sido la única causa. Hay que tener en cuenta también las repetidas incursiones de los petenactes, que solían matar a los hombres y llevarse a las mujeres y a los niños. Pero aun así la diferencia entre las dos cifras –3080 personas en 1630, y 1000 en 1695– sigue siendo un enigma; a no ser que el indio de Chajul, que proporcionó al alcalde, mayor de la Verapaz la información acerca de la población lacandona en 1630, haya exagerado las cifras.

Redaccion Diario de Palenque

Notas Relacionadas