“Yuju el restaurador”

Llegó llorando la señor con un pequeño bulto envuelto en blanca sábana, pacientemente esperó a que el hombre terminara de atender al cliente que llegó antes, quien pagó y salió satisfecho cargando a su vez el envoltorio que el artesano le entregó.

La mujer estaba estática ante la cantidad de imágenes religiosas acomodadas en los estantes del pequeño negocio.

Niños Dios, San Martines de Porres, Vírgenes, San José y San Judas en diferentes tamaños; también pesebres, reyes magos y animales de arcilla que calladamente atestiguan el nacimiento del perseguido por Herodes.

Solemnemente fue desenvolviendo hasta que salió el santo patrono del pueblo, que después de la procesión anual los porteadores huyendo de la torrencial lluvia estival, habían extraviado el can portador de la antorcha que alumbra al mundo.

“Maestro, por favor arréglelo no ve que sin su fiel compañero no puede subir al altar”, exclamó plañidera la mujer.

Después de analizar el daño, con respeto contestó: “Venga el sábado”.

Esa noche, a luz de la lámpara, el restaurador comenzó a infundir una nueva vida al barro.

Raul De Thessy y RR. Agosto de 2020