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Tren Parlamentario

VICENTE BELLO
Con el pretexto infame de que México se beneficia de Estados Unidos y ha sacado mucho a cambio de nada, el presidente estadounidense sostiene su amenaza de imponer aranceles a partir del 10 de junio a absolutamente todos los productos que México venda a ese país: 5 por ciento, a los que se les seguirá sumando otro cinco cada mes, hasta completar el 25 por ciento en octubre.
México vende a los Estados Unidos más de 320 mil millones de dólares anuales y compra, en cambio, poco menos de 130 mil millones. Esta balanza comercial es lo que escuece tanto a Donald Trump, según se queja desde que era precandidato presidencial.
Su agresividad contra México le barbota de las entrañas: quiere a ultranza arrodillar a los mexicanos, humillarlos, para quedar bien con ese sector del electorado estadounidense que lo encumbró en la presidencia más poderosa del mundo. Y Justamente ahora en que pretende reelegirse y están por comenzar formalmente las campañas electorales.
Es innegable que un sector de la población de los Estados Unidos es tan simiesco como él. Trump, con su salvajismo, invoca a esa caterva de ciudadanos gringos que suponen que todo el mundo debe estar subordinado a sus intereses.
Responden a la visión imperialista que los fundadores del Estado estadounidense impusieron como sello a la visión de futuro de ese país.
Minoría; pero muy poderosa. Se los conoce como los supremacistas blancos. Son racistas hasta las cachas. Xenófobos. Discriminadores. Y rayan en el fascismo. Tienen por vocación y oficio odiar a la gente por su apariencia física.
Odian a los mexicanos por todo lo que todavía tienen y no les alcanzaron a quitar en 1848 y 1852. Desearían que México desapareciera como país, como nación. Lo han pretendido siempre. Pero han sido derrotados una y otra vez por las poderosas raíces del pueblo mexicano.
Tan poderosas esas raíces que ellos se sienten amenazados y temen ser absorbidos por México, social y culturalmente. Los estadounidenses de ascendencia mexicana están a pocos años de convertirse en la primera minoría electoral.
Más de 24 millones de mexicanos radican actualmente en México. Y de descendencia mexicana, más de 40. Las raíces de México son tan fuertes y vigorosas que los gringos ya fueron atrapados. Millones de ellos han comenzado a comer tortillas, y buscan la gastronomía mexicana como suya. Y las costumbres nuestras ya las quieren también ellos. Sufren una invasión a sus conciencias que no pueden detener ni con armas atómicas.
Trump responde fielmente al retrato de “orangután anaranjado” que en los Estados Unidos le han hecho en la calle, en los condados, en el Congreso estadounidense mismo, en los medios de comunicación. Está peleado hasta con su sombra.
A México le gusta para golpearlo a placer, con la pretensión de que ese sector que vocifera y lo acompaña se sienta a gusto. Traen una fijación histórica en contra de un país que mutilaron ellos en 1848 y 1852. El gran anhelo pretendido durante siglos por este grupo supremacista es quedarse con todo este país. Y tan lo han buscado siempre, que procuraron durante décadas la construcción de conciencias de un grupo de mexicanos que respondiera a los intereses de ellos.
Ese grupo, amalgamado desde los años 20 del siglo XX, cuajó en 1982 con la llegada de Miguel de la Madrid Hurtado a la presidencia de la República, y se quedó en la presidencia hasta 2018.
Es aquel grupo que Andrés Manuel López Obrador tuvo la virtud de identificar como el “grupo de neoliberales” que asaltaron el poder en México quedándose en la presidencia de la República durante 36 años.
No necesitó Estados Unidos de la fuerza militar para invadir a México, y que se le entregara. Bastó con formar a un grupo de mexicanos que tuvieran como vocación la entrega de su país a los intereses gringos.
´Cómo fue posible que ese grupo, sin ambages, entregara la fuerza fundamental de México, como es el petróleo, a los Estados Unidos. Y que, a contrapelo de los intereses nacionales, haya decidido no construir ninguna refinería, porque, según ellos, “salía más barato comprar la gasolina a Texas que construirla”.
Con ellos, México dejó de importar 200 mil litros a los estadounidenses para importar 800 mil, diariamente.
Si el “orangután naranja” decidiera no vender gasolina a México, entonces el país enfrentaría una parálisis bestial. Y aun así, ese grupo de infelices todavía grita a los cuatro vientos que el actual gobierno está regándola al construir una refinería.
México atraviesa uno de sus momentos más difíciles de la historia. ¿Qué va a suceder? ¿Cómo le hará López Obrador para zafarse de Trump? Han comenzado a opinar algunos estos días que terminará cediendo ante el presidente estadounidense, y que le dará lo que él quiere: endurecer la política migratoria y hasta la aceptación incluso de que México se convierta en “tercer país migratorio”.
Esto querría decir que México se convertiría en punto de destino para los migrantes que Estados Unidos rechazase.
Vienen días interesantes, al menos de aquí al 10 de junio. Si López Obrador cediese ante Trump a propósito de la condición de tercer país, Amlo perdería políticamente ante la todavía enamorada sociedad mexicana. Aunque él afirma que no es un cobarde, quedaría como un cobarde.
El Congreso mexicano tiene, en este lapso de aquí al 10, márgenes para opinar y posicionarse. Y hacer recomendaciones a un gobierno mexicano que tiene, sin duda, el respaldo más alto que ha tenido un gobierno en toda la historia de México. Veremos.

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Redaccion Diario de Palenque

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