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¿Y los problemas sociales cuándo?

POR: ERNESTO RAMÍREZ ISIDRO.
El estado es aquel ente encargado de velar por quienes constituyen parte del mismo y de aplicar leyes que garanticen el goce libre de todos los derechos que brinde a los ciudadanos que son parte el.
A partir de la premisa anterior entendemos que nuestro aparato gubernamental debería funcionar, desde la óptica de definiciones, como un regulador omnipresente que haga transitar la vida pública de un país, estado o municipio de manera fluida y sin contratiempos.
Pero cuando el estado carece de herramientas que garanticen el estado de bienestar devienen entonces una serie de distorsiones en la sociedad que en primer plano son producto de la incapacidad e ingobernabilidad del gobierno y que resultan en descomponer y desgastar la composición social a la que hoy nos enfrentamos.
Resulta entonces preocupante que en nuestra realidad, la de nuestro México, vivamos en el estado que carece de herramientas, que carece de fuerza política y de voluntad también por resolver la deuda social que sexenio tras sexenio deja uno y otro representante del ejecutivo federal., representantes que a final de cuenta son meramente políticos, nadie los culpa de eso.
En las últimas tres décadas, que traducidas en sexenios han sido 5 periodos de gobiernos federales, nuestro país ha convulsionado y recorrido el camino de la violencia, la impunidad, la inseguridad, la corrupción, las formas de abuso de poder y un sinfín de vicios generados en la principal rama rectora de la vida pública: el gobierno.
Y es que a gobierno no quiero referirme solo al federal, los estatales y municipales juegan también un papel importante en este proceso que llamaremos de ‘descomposición’. Por qué si ponemos un ejemplo (De la vida real) mientras el Gobierno Federal entrega los recursos destinados a apoyos al estatal y el estatal a su vez entrega estos al municipal, esté ultimo condiciona dichos recursos que son a fin de cuenta para la sociedad que los demanda para favoreces al estatal y así se forja una larga cadenas de condicionamientos y vejaciones que como resultado tienen una situación parecida a la de hoy en día: gente afiliada a programas sociales de forma clientelar y a un gobierno que usa a los sectores sociales más necesitados como una cartera de la cual obtiene sufragios.
¿A qué deviene todo eso?, simple, que gracias a ellos en México, y especialmente en el sur, tenemos sociedades que viven de los programas sociales, que esperan cada mes el recurso económico de un programa ‘X’ para poder vivir, es decir, no tenemos esa cultura del pobre que se impulsa a salir adelante a través del esfuerzo, y no digo que todos los casos sean así, pero lastimosamente en su mayoría sí.
¿Es todo culpa del gobierno?, por una parte sí, pues vio en quienes depositan el sufragio a favor del político como un tesoro, como un cliente que demanda lo más convencional con tal de vender su dignidad. PERO es también la nuestra, hasta este punto se preguntará, ¿Por qué nuestra?, pues verá estimado lector que en nuestra idiosincrasia existe un refrán popular que dice “Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata”, me quiero referir que quienes aceptan los acondicionamientos a cambio de apoyos son parte del eslabón de la corrupción y un detalle que hemos dado por hecho es que la gente acepta estas viles condiciones por ‘necesidad’ pero no, por supuesto que no, esa aceptación de condición es una cultura que han heredado las generaciones pasadas a las actuales y resulta lamentable en la época de la tecnología donde la información y las denuncias fluyen como agua, que estas conductas sigan repitiéndose.
Ahora bien ¿Qué hacer ante este panorama?, por supuesto que no sólo se trata de criticar sino también de proponer., en diversas columnas he manifestado mi sentir por los grupos sociales más vulnerables y de nueva cuenta remarcó que la única solución que podemos encontrar (OJO, sin gobierno de por medio) es la organización de la ciudadanía.
La construcción de una ciudadanía socialmente responsable y crítica requiere de una política social con enfoque de derecho. Así la comunidad encontrará espacios para participar de forma significativa y de manera primordial que su participación se refleje en el mejoramiento de su condición de vida.
Así, una sociedad unida, eficaz, organizada de manera social, policía y jurídica podrá encaminarse al objetivo de una política social más humana: el ver al gobierno como un automóvil que nos llevará a transitar al estado de bienestar, pero será un automóvil alimentado e impulsado por los ciudadanos.
Es decir el gobierno tiene que hacer tanto como sus ciudadanos se lo pidan, pero todo conforme a una legislación responsable y respetuosa de la institución gubernamental.
No seremos una mejor sociedad el día que seamos mejores exigiéndole a los gobierno, sino el día en que no nos preocupe quien gobierne y seamos los ciudadanos quienes organizados seamos los administradores de nuestro propio gobierno.

Redaccion Diario de Palenque

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