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Las comisiones ordinarias y los grupos parlamentarios

VICENTE BELLO
La Cámara de Diputados ha informado que el número de comisiones ordinarias disminuirá de 56 a 45, y que las otras 56 comisiones con carácter de especiales desaparecerán. Hicieron un esfuerzo, pero lejos quedaron de las 27 que la Ley Orgánica del Congreso General –en la reforma de 1999- mandató que habría.
Acaso en aquella ocasión también fue un exceso, porque con prontitud –en la siguiente Legislatura, de 2000 a 2003- el número de comisiones se elevó a 35. Y de ahí fueron aumentando en cada Legislatura hasta llegar a las 56 de marras.
El principal argumento de entonces, de quienes redujeron drásticamente el número de comisiones ordinarias, consistió en decir que las comisiones tenían que empatar con el número de despachos presidenciales, 18. Y estaban sobrados: en 1999, la Cámara de Diputados tenía 62 comisiones ordinarias.
Las comisiones ordinarias se diferenciaban de las especiales de modo importante, porque mientras los plenos de las ordinarias estaban facultadas para tomar decisiones reconocidas por el Estado mexicano, las especiales sólo eran equipos interdisciplinarios que daban seguimiento a determinados asuntos, y que sobre éstos al final emitían opiniones. Y nada más.
Eran como tigres desdentados, las especiales, a las que también se les conocía como de investigación. Y casi siempre no tenían otro propósito que simular que investigaban.
Y no lo hacían no porque los diputados o senadores no lo quisieran, sino porque eran tantas trabas las que encontraban en el camino de la búsqueda de la información que terminaban haciendo deducciones, conjeturas, o resoluciones no sustentadas.
En todo este tiempo, las comisiones especiales se encontraron invariablemente con gobiernos -concretamente, los de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto- que se dedicaron a burlarse de sus plenos, no dándoles la información que pedían, o, de plano, escondiéndola. Al fin que las comisiones especiales no estaban facultadas para exigir nada.
Aun cuando las comisiones especiales podían ser instaladas por solicitud de minorías al interior del Congreso (125 diputados federales o, en el caso del Senado, 35 senadores), terminaban haciendo el juego perverso de los mandamases del PRI y PAN –ayuntados desde 1988, con las consecuencias catastróficas para el país que se conocen.
A lo largo de las Legislaturas posteriores a aquella reforma de la Ley Orgánica, las comisiones especiales eran instaladas para cubrir cuotas partidistas en cuanto al reparto de comisiones ordinarias, cuyo número creciente nunca fue suficiente para la voracidad de los partidos más grandes.
Así como en la Cámara de Diputados la comisión ordinaria políticamente más importante es la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, en el Senado de la República es la Comisión de Relaciones Exteriores.
Las dos fueron presididas por el PAN cuando el PAN era gobierno en la presidencia de la República. Por el PRI cuando éste lo ha sido. Y ahora, para no variar, las presidirá Morena.
Ambas tienen que ver con el mayor encargo político que la Constitución otorga a cada una de las dos Cámaras. Recuérdese que los diputados tienen la facultad exclusiva de autorizar el presupuesto de egresos de la Federación, y el Senado tiene, a su vez, la facultad exclusiva de revisar y autorizar la política exterior.
Son facultades exclusivas que tienen las Cámaras de Diputados y de Senadores desde el año 1874, cuando el Congreso mexicano dio por concluida su corta experiencia como Congreso unicamaral.
El Senado fue suprimido en 1862 por mandato del Congreso Constituyente de 1857. Y se dejaba única y exclusivamente la Cámara de Diputados.
Empero, los diputados asumieron tanto poder que una de las quejas permanentes del entonces presidente de la República, Benito Juárez García, consistía en decir que el Congreso era demasiado poderoso, y que se corría el riesgo de la parálisis, cuando se requería de lo contrario luego de que la República finalmente había triunfado sobre la invasión francesa, en 1867.
Juárez murió en 1872, pero dejó preparado el camino para que el que lo suplió –Sebastián Lerdo de Tejada- propusiera el regreso del Senado de la República; cosa que sucedió en 1874.
Nadie ha chistado en esta negociación que han tenido en San Lázaro y que continúa en el Senado, para que Morena no tenga bajo su control estas dos super comisiones ordinarias. Sin embargo, quieren que el valor entendido que se manejó en otras legislaturas, continúe.
De aquellas 45, Morena presidirá 22; siete, Acción Nacional; cuatro, PRI, tres, el Pes, otras tres el PT, dos el PRD y una el Pvem.
Si la de presupuesto es para el partido en el gobierno, entonces la de Hacienda le toca al partido que alcanzó la segunda minoría; en este caso al PAN.
A reserva de que hoy, martes, se dé a conocer con exactitud el reparto de dichas comisiones, ha trascendido que el PRI quería presidir la Comisión de Gobernación. Sin embargo, Morena también se ha quedado con ella, así como las trascendentales para el sexenio que viene Frontera Sur, Derechos Humanos, Educación, Energía y Seguridad Pública.
El debate por las comisiones ordinarias en el Senado de la República continuaba ayer. El PAN quiere la de Hacienda; el PRI la de Gobernación.
Morena ya se la había dado al PRI; pero ayer un grupo de senadores morenistas se quejó con su grupo que negociaba, y echaron virtualmente para atrás la negociación. El PRI, al parecer, deberá despedirse de su intención de presidir la de Gobernación, porque los de Morena la quieren.
El PRI estaría a punto de conocer el amargoso regusto de la derrota por la vía del mayoriteo.

Redaccion Diario de Palenque

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