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Riqueza, vanidad y orgullo desruyen al hombre: Francisco I

 Riqueza, vanidad y orgullo desruyen al hombre: Francisco I

Entra al primer cuadro de la Ciudad de México en el papamóvil

La gira del Papa por México sigue su curso, la Ciudad de México y Ecatepec, Estado de México son los sitios en donde se tiene actividades antes de llegar a Chiapas.
Durante su primer día de actividades, el Sumo pontífice visitó el Primer Cuadro de la Ciudad de México donde acudió a la ceremonia de bienvenida en Palacio Nacional, para después dirigirse a la Catedral Metropolitana donde se encontró con Obispos de México; posteriormente ofició una misa en la Basílica de Guadalupe.
En el segundo día de su viaje ofició una misa en el predio El Caracol en Ecatepec, Estado de México para posteriormente trasladarse al Hospital Federico Gómez donde visitó a los niños que se encuentran internados ahí con los que convivió muy amigablemente.
En su reflexión en la Misa por el primer domingo de Cuaresma que celebró en Ecatepec ante casi 400 mil almas, el Papa Francisco alertó sobre el peligro que tiene todo cristiano de caer en las mismas tentaciones con las que el demonio tentó a Jesús en el desierto.
“Las Tres tentaciones que sufrió Cristo. Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos.
“Primera: La riqueza, adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o ‘para los míos’. Es tener el ‘pan’ a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta ese es el pan que se le da de comer a los propios hijos.
“Segunda tentación: La vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que ‘no son como uno’. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la ‘fama’ de los demás, ‘haciendo leña del árbol caído’, va dejando paso a la tercera tentación, la peor, la del orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la ‘común vida de los mortales’, y que reza todos los días: ‘Gracias te doy Señor porque no me has hecho como ellos’.
En palabras improvisadas en la homilía, el Santo Padre explicó que en “el Evangelio Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia sino que le contesta con las palabra de Dios con las palabra de la escritura. Porque hermanos y hermanas metámoslo en la cabeza con el demonio no se dialoga, no se pueda dialogar porque nos va a ganar siempre, solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar”.

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