Seguir la luz
Ha comenzado otro año, es la primera celebración eucarística del 2015, el templo se encuentra con los mismos matices… personas durmiendo y niños jugando, el padre Alberto comienza su homilía recalcando que debemos de ser la luz del mundo.
El evangelio de este día es el de Juan quien nos narra la epifanía del señor, en la cual el salvador del mundo se da a conocer a los pastores de Belén, y a los magos que venían desde el oriente para entregarle los regalos: incienso, oro y mirra que eran dignos del rey que iluminaba con la luz de aquella estrella naciente.
Es importante que nosotros, igual sigamos la luz de Jesucristo que es el camino la verdad y la vida, es el quien nos puede llevar a la salvación. Menciono el párroco.
Por eso escuchar la Palabra de Dios no es sólo oírla o tenerla como referente; es algo más, es encarnarla, hacerla realidad como se hizo realidad en el Niño de Belén. Se hizo carne y dijo su palabra, para que nosotros digamos la nuestra. Nuestro deber es acoger esa Palabra y hacerla Palabra de Dios para los demás, Buena Noticia que salva.
Es verdad que Dios lo que dice lo hace y entre nosotros hay muchas posibilidades de no cumplir lo que se promete, pero tendremos que proclamar la Palabra a pesar de nosotros, en eso consiste la homilía, la predicación, la evangelización, nadie es del todo coherente, pero no nos queda más remedio que trasmitir lo que nos viene de parte de Dios; no en vano: “A los que la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios”.
