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Rescatar valores

 Rescatar valores

Todos deben considerarse una gran familia de Dios.

De nueva cuenta la cita de todos los domingos, el reloj marca 10 minutos antes de las 12,  y la feligresía, como cada fin de semana empieza a abarrotar el templo, pues hoy es la última eucaristía dominical del año.
Cuando el reloj marcó las 12:00 horas, el párroco Alberto Gómez se asomó por la entrada principal, marcando así el inicio de la eucaristía, esta ocasión había algo diferente ya que muchas familias completas asistieron a la celebración.
La lectura de hoy se encuentra en el evangelio de san Lucas, quien nos habla y nos enseña sobre la familia de Nazaret, como aquel modelo ideal que Dios quiere para nosotros, modelo que hoy en día le hemos cambiado el sentido.
“Debemos de rescatar a la familia, ese valor de unidad que debe de existir en los hogares mexicanos para que nuestra sociedad cada vez se encuentre mejor”, fueron las palabras del párroco.
La familia también es el lugar de socialización de la persona, nos lo recuerda el Evangelio de hoy, con la purificación y presentación del Niño en el templo, en sociedad.
La familia representa el primer modelo de sociedad que el niño percibe. Si el modelo es bueno, si es armónico y fuente de gozo, sabrá enfrentarse a la sociedad con espíritu positivo y constructivo que hace de sus miembros personas abiertas y solidarias.
También la familia es la primera comunidad cristiana (Iglesia doméstica la llamó el Concilio Vaticano II), en la que los hijos y todos, crecen en la fe y deben experimentar su pertenencia a la Iglesia, toda ella considerada como la gran familia de Dios.
Poco sabemos de la experiencia familiar de José, María y Jesús, la Sagrada Familia, pero sabemos que Jesús, hizo toda su preparación mesiánica dentro de un hogar.
Va a tener que vivir sin prisa junto a una mujer contemplativa, que todo lo guardaba en su corazón, para que sus ojos aprendan a mirar más allá de las cosas, y a tener que trabajar con José hasta que sus hombros se vuelvan lo bastante fuertes para aguantar los golpes y resistir el peso de un madero.

En aquel hogar humilde de trabajo, de meditación y de sabiduría, como dice el texto: “El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría”, aprendió a ser hombre y se preparó para proclamar el Reino.
Que esta fiesta nos ayude a pensar en lo que tenemos en casa.

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