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El Punto G de la Economía

 El Punto G de la Economía

Roberto Dionisio Pérez

El pez gordoNuestra identidad y tradiciones

Si me permiten los lectores de esta columna, haré un análisis sociológico-antropológico de nuestra sociedad actual en términos de identidad y tradiciones. Cada cultura, pueblo o nación tiene sus propias normas de convivencia social dentro del marco constitucional vigente, pero en términos de identidad existe una desconexión de la realidad, una parálisis de identidad o una amnesia por el pasado.

La identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una comunidad, estos rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás.
Identidad nacional es la basada en el concepto de nación, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida con características diversas, rasgos de cosmovisión definidos con mayor o menor localismo o universalismo (desde la cultura a la civilización) costumbres de interacción, organización social y política.

En lo particular, llámese esta sociedad de Palenque, o póngale el municipio o Estado del país que usted quiera, encajarán muy bien estos conceptos que les voy plantear. En términos de valores tangibles e intangibles de identidad palencana, a través de nuestras raíces que fueron el pueblo maya asentado en esta zona con su riqueza cultural, de nuestra lengua, la comida y a la cosmovisión del mundo en que vivían y la transcendencia de todos sus descubrimientos que están vigentes hasta hoy.

Explico con más detalle. Un servidor se acuerda más o menos por allá de los años ochenta y parte de los noventa en el siglo pasado, el Día de Muertos (primero y dos de noviembre) mucha gente -o la mayoría diría- hacía tamales para la celebración de este día tan especial, adornaba sus tumbas y sus altares, pero además de eso, a los familiares, conocidos y personas que pasaban o visitaban las casas les regalaban tamales; ustedes se preguntarán ¿cómo se perdió esa tradición o qué significado puede tener hoy en día en nuestra sociedad?, ¿por qué se perdió?, pero lo que quiero dar a entender sobre identidad como una tradición, puede ser tan vinculante que tiene transcendencia hasta nuestros días, al perder una tradición no solamente se pierde nuestra tradición per se, se pierde la parte humana, la humanización de estas tradiciones, como es el diálogo, la convivencia, la integración y el apoyo comunitario como sociedad.

La familia y la escuela son los promotores de buena educación y modales en los niños, son los dos pilares principales del Estado que tenemos, por lo que nos corresponde inculcarles amor por la patria nuestras tradiciones a nuestros niños y adolescentes. Una parte importante del mexicano es su identidad y hay que trabajar en ser originales, continuar con las tradiciones y costumbres del país, hemos desvalorizado lo que tenemos, le damos menos importancia a las cosas que nos hacen tener identidad, y en ciertos aspectos, hasta nos avergonzamos de ciertas costumbres.

Nuestros orígenes como pueblo, como sociedad descendiente maya, ¿hacia dónde vamos como sociedad? No. La ciudad de Palenque, por la zona arqueológica o sus zonas naturales, son importantes, pero no nos identifica como pueblo. Como sociedad que vamos a preservar para nuestros hijos. Hasta hoy, ¿qué hemos hecho con nuestras raíces?, como un pueblo que ha evolucionado y que se ha integrado o enriquecido con las personas y familias que se han venido a vivir aquí.

La pregunta es: ¿cuándo iniciar? y eso es ahora (porque hay dos días en la vida que no se puede hacer nada, el ayer y el mañana) pero debemos saber hacia dónde y cómo vamos a transitar hacia esa identidad. Cada persona o individuo, familia o comunidad hasta conformar un núcleo sólido de identidad propia, hay que ver nuestras riquezas, nuestra herencia, y cuál va ser nuestro legado.

 

Suposiciones
Francisco Álvarez Sanén

Suponer en la política mexicana ha sido la vía más eficaz para acercarse a la verdad. Pensar mal, ni se diga. Durante años el régimen político mexicano aceitó muy bien y con excelentes resultados para sus intereses, una maquinaria encargada de manejar la información de acuerdo a las masas, y dosificar la verdad de acuerdo a las circunstancias; hay que reconocer que lo hicieron muy bien, en la práctica fueron perfeccionando la técnica, y la pasividad de la población ha sido la constante a pesar de las atrocidades por la política económica  y social que se han ido generando en todo México. Considero que suponer no es una irresponsabilidad, y más en este país donde todos sabemos que algo está mal, y cada vez son más obvios los grandes esfuerzos que hace el sistema para mantener la simulación y el “orden” de las cosas. Por eso, dedicaré el generoso espacio que dispongo, para suponer que algo está saliendo mal, que algo no está saliendo de acuerdo a los planes, que la cuadratura y sus vértices han ido perdiendo forma, y el monolito que representa el régimen se está tambaleando.

No tiene nada de malo suponer, sobre todo, cuando los que no deben suponer, lo hacen de manera torpe y obvia. Lo que pasó en Iguala, es un caldo de cultivo para la especulación. Los grandes esfuerzos de los que ostentan el poder para simular que todo marcha de acuerdo a los planes, son conmovedores. Se ha mantenido un guión burdo, en el que aún se barajean infinidad de opciones acerca del destino de los compañeros normalistas y solo alimenta el sufrimiento de sus familiares y seres queridos. A más de un mes de los hechos, 43 estudiantes que rondaban los 19 y 20 años, aún siguen  en calidad de desaparecidos, y los que se encargan de impartir justicia y ya entrados en suposiciones, garantizar la verdad, no han sido capaces de agregar ni una sola gota de confianza, a un mar de suposiciones, contradicciones y demás elementos que sólo vaticinan tiempos de turbulencia y más encono. Parece ser, que ante la incapacidad de esclarecer los hechos, se le ha dado la prioridad de tratar de embarrar al mayor número de actores políticos posible, y así, ante lo adverso de la situación, por lo menos sacar raja política con miras a las elecciones del 2015; ahí tenemos el burdo intento de involucrar a López Obrador con la dantesca imagen de tres corruptos entre los corruptos, exigiendo investigar al principal líder opositor en México, porque se tomó una foto en una de sus giras con  Abarca y su esposa; está de más decir que los grandes medios de comunicación se prestaron al juego, y durante días se trató de desgastar la imagen de alguien, que si en algo es experto, es precisamente en eso, en salir ileso de los linchamientos mediáticos, y más cuando son torpes y mal orquestados.

No me atrevo a suponer el desenlace de esta tormenta. Lo que menos conviene es que se siga derramando más sangre, y al final, lo que todos deseamos, es la presentación con vida de los chavos desaparecidos. De todo corazón deseo que así sea, sería un rayo de luz en tiempos oscuros. Pero los que nos deberían dar elementos para no suponer, para no especular, parece que están empecinados precisamente a todo lo contrario, a que muchos supongamos que con tanto poder, recursos ilimitados, ni se diga pistas, testigos, declaraciones y muchos detenidos en torno al caso, ya desde hace mucho conocen el desenlace de los compañeros, y lo único que están tratando es controlar los daños, repartir responsabilidades, sacar raja política, y si es posible, mantener en la impunidad a los verdaderos responsables. Al finalizar estas líneas, se está anunciando la detención de Abarca, seguramente lo van hacer responsable de todo, y sí, todo arroja a su clarísima responsabilidad en los hechos, pero hay elementos para suponer que los cómplices y responsables directos de esta situación van a continuar con el guión, con la estrategia torpe, esperando que todo regrese a la normalidad dentro de poco, que la simulación haga su trabajo, y al final, todo siga de acuerdo a los planes. Supongamos que eso es lo que quieren, supongamos que todo va a seguir igual, pero la realidad, la que está en las calles y pueblos de todo México, dice todo lo contrario, y en ese caso estimados lectores, ya no me atrevo a suponer.

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