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Política Cero

 Política Cero

Jairo Calixto Albarrán

TelebancadaDel “#Nofuepenal” al “#YanoRobben”

Cuando el técnico del equipo de Holanda, Louis Van Gaal, hizo un cambio imposible, arriesgado y aventurero a la hora de los penales (mandó a la banca al portero titular que se la había rifado a lo largo del Mundial y que había sido el cancerbero durante todo el partido, para darle paso al guardameta suplente bajo la consigna que era un especialista en detener penaltis, cosa que al final se cumplió) frente al verdadero gigante de la Concacaf, Costa Rica, pensé que a pesar de la supeditación a las condenas de lo predecible la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.

Esa jugada de riesgo, francamente trasgresora, de suyo disidente que cumplió con su cometido, por un momento me dio aliento para pensar que quizá el Doc. Mancera se tentaría el corazón respecto al Hoy no Circula luego de repensarlo un poco. Digo, no solo hay que imaginar la pesadilla que es ya para quienes verán su patrimonio automovilístico francamente devaluado, el sacrificio que representa la compra de un auto más reciente para medio salir del entuerto, más aún con la Línea 12 más guameada que el parque vehicular del GDF. Eso sin contar que ante tanta exigencia para el ciudadano, éste no sea recompensado aunque sea con unos descuentos en materia de mordidas pues los patrulleros andan peor que Luis Suárez; derecho a decirles al PRI y al PAN que #YanoRobben luego de afirmar con lágrimas en los ojos que las reformas peñistas se reflejarán en los bolsillos de los mexicanos mientras hacen rabiar a Slim y a Televisa; o cuando menos la chance de tener la dicha inicua de contemplar a la secretaria de Medio Ambiente del DF, Tanya Müller, trepada en el Metro en hora pico para que demuestre que el Hoy no Circula no es un castigo.

Digo, cualquier cosa para no sentir que es bonito el encaje pero no tan ancho, para darle crédito a la reiteración peñista de que #NoFuePenal. Quizá descuentos para un teleofertón de pantallas 4K para que el compatriota promedio pueda gozar de las maravillas prometidas de la #LeyTelecom. Nada como la nítida textura de los chingomil pixeles para contemplar la ambrosía mediática, no solo por los contenidos que seguro serán de Juego de Tronos para arriba y de WikiLeaks para abajo, sino porque a juzgar por el entusiasmo desatado entre Gamboa, Beltrones, Fayad, Ruiz Esparza, en el futuro no tendremos medios, sino médiums.

Así, seguro que lo de Van Gaal seguro que se replica por acá en cualquier instante. Mientras, me quedo con lo que dice Juan José Millás de Arjen Robben, esa bête noir: juega con el odio con que deberíamos escribir.
Interludio

Román Revueltas Retes

¿Bajarán las tarifas?

Supongo que la nueva ley de telecomunicaciones, aprobada arteramente, con alevosía y nocturnidad, mientras los frívolos ciudadanos de este país mirábamos despreocupadamente el Mundial, terminará, de cualquier manera, por beneficiarnos aunque, vista esta circunstancia de que nuestros aviesos representantes populares nos pueden endosar reglamentaciones a la torera porque nos distraemos como infantes olvidadizos, no merezcamos provechos ni favores.

He intentado comprender de qué va la cosa y traté de hacer los deberes —consultar meticulosamente documentos y comunicados— para escribir con el debido conocimiento sobre el tema. Pero, estimados lectores, el asunto me resulta tan árido, tan arcano, tan impenetrable y tan sibilino, aparte de aburrido, que desistí a las primeras de cambio y, como decía, espero solamente que mi felicidad personal se acreciente en mi condición —ahí sí, inevitable— de consumidor de servicios telefónicos, móviles o fijos, y de señales de televisión.

El asunto, lo repito, es tan complejo que la mitad de quienes pretenden estar enterados dice que los reglamentos favorecen a Televisa mientras que el 50 por ciento restante proclama exactamente lo contrario. En lo que se refiere a Carlos Slim, parece ocurrir lo mismo y no sabemos si el nuevo entorno jurídico lo desbancará definitivamente de la lista de ultra ricos de Forbes o si, por el contrario, lo volverá a colocar en el primer puesto por los siglos de los siglos.

Eso sí, lo de la tele abierta no me parece el gran negocio del siglo ni mucho menos. ¿Quién diablos quiere trasmitir imágenes analógicas al aire en estos tiempos de servicios satelitales y señales vendidas por cable?

Por cierto, mi hijo, para llamarme de Bélgica, compra tarjetas con códigos. Por cinco euros puede telefonearme, según el proveedor, de 100 a 250 minutos. Cuando podamos hacer lo mismo en este país, ahí sí que habremos tenido una auténtica reforma del sector. ¿Ocurrirá el milagro? Lo dudo…

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