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Hablando de historia Por el Cronista Municipal

Arnoldo González Cruz.
Proyecto Arqueológico Palenque.
Instituto Nacional de Antropología e Historia

Siguiendo los pasos de Blom y Berlín, el equipo de arqueólogos de Alberto Ruz decidió explorar el Templo XVIII, no solo en el santuario donde sus antecesores habían recuperado cartuchos glíficos sino en todo la estructura. El Templo XVIII fue construido sobre la falda de un cerro que lo limita, con cuerpos escalonados que le servían de plataforma y pórtico de tres entradas con un santuario en su crujía posterior. Aledaño a este edificio fue construido el Templo XVIII-A que comparte el mismo basamento y características constructivas comunes, tales como la distribución de sus espacios y el uso de un núcleo de piedras y tierra, de allí que ambos han llegado a ser conocidos como los Templos Gemelos (Ruz, 1958: 14-151).
Las excavaciones de Ruz en el santuario del Templo XVIII le permitieron recuperar 44 cartuchos glíficos, que sumados a los 32 descubiertos por Blom y los 73 localizados por Berlín pudo reunir 149 de ellos, estableciendo que formaban parte de un tablero de estuco que decoraba el santuario del Templo XVIII. Debido a que perdió el orden original en que habían sido colocadas estas inscripciones, los intentos de reconstrucción resultaron infructuosos para la época de su descubrimiento, por lo que sólo algunos de los 149 cartuchos glíficos se exhiben actualmente en el museo de sitio.
Entre los hallazgos de este templo, hay también dos tableros esculpidos en piedra caliza que decoraban las jambas del santuario y un fragmento de portaincensario con una fecha glífica. Finalmente, las evidencias más extraordinarias aparecieron a las superficie con el descubrimiento de un serie tumbas bajo el piso. Mientras se exploraba el pórtico del templo, los arqueólogos detectaron tres tumbas en forma de cista alineadas sobre el eje longitudinal del edificio. La primera, denominada Tumba 1 y ubicada en el lado sur , se encontró saqueada desde tiempos antiguos, recuperándose solamente algunos restos óseos pintados. De la Tumba 3, ubicada al norte, se recuperaron algunas cuentas, discos y cabecitas de jadeíta y fragmentos de un mosaico de concha nácar. Sin embargo, la Tumba 2, situada al centro del edificio resulto ser la más rica de todas. Aunque no se encontró un esqueleto completo, sino escasos fragmentos de huesos, su ofrenda se componía de piezas de jadeíta, concha nácar, perlas, obsidiana y pirita, entre otros objetos santuarios. Tres pendientes de pedernal en forma de hachuelas, una concha marina con inscripción jeroglífica incisa, una placa de jade grabada con un personaje sentado, además con un pequeño adorno de diadema del dios Bufón; insignias típicas de los altos dignatarios mayas completaban la ofrenda. Además, una limpieza de escombros en el pequeño espacio que había entre las tumbas 1 y 2, se localizó un depósito funerario que se denominó Entierro I, el cual contenía restos y piezas dentarias, mientras que en el espacio dejado entre la tumba 2 y 3 se encontró el Entierro II, donde se hallaron huesos muy destruidos y un plato de barro color café. (Ruz, 1958: 153; Bernal Romero, 2006: 22).
Desde la exploración del Templo XVIII, los artefactos, restos óseos e inscripciones fueron cubiertos por un velo de misterio sobre sus constructores y quiénes eran los personajes enterrados en estas antiguas tumbas. Hasta hace algunos años se creía que había pocas posibilidades de poder recuperar la historia perdida de este edificio. Sin embargo, en la actualidad, nuevos descubrimientos escultóricos y la comprensión de sus inscripciones ha avanzado lo suficiente como para permitir a los investigadores señalar que el Templo XVIII se relaciona con el gobernante Ahkal III y miembros cercanos a su familia (Bernal, Guillermo, 2006: 22; Stuart, 2005: 148-157). Los tableros de las jambas y el tablero de estuco, que no pudo ser descifrado en su momento, parecen indicar esta posibilidad. Incluso se ha propuesto que los restos óseos hallados en dos de las tumbas puedan corresponder a los progenitores de Ahkal III: el señor Tiwohl Chan Mat y la señora Kinuuw Mat, mismos que aparecen representados en el Tablero de los Esclavos, como ya hemos visto (Bernal Romero, 2006: 22).
Entre tanto su templo gemelo, el XIII-A, también sería explorado e investigado, aunque señalaría un cambio importante en cuanto a hallazgos se refiere. La excavación del edificio, hoy muy destruido, dio como el resultado del descubrimiento de tres enterramientos alineados sobre la crujía central. Dos de ellos eran tumbas de cista, mientras que en el tercero los restos habían sido depositados directamente en el relleno. La Tumba 1, colocada al centro de la crujía, aunque presentaba escasos restos humanos, contenía una magnifica ofrenda compuesta de una mano de metate, un bifacial, una figurilla-silbato de cerámica, un collas de 1 piezas de jadeíta, 10 teselas de jadeíta, dos caracoles perforados, 13 piezas de mosaico de concha nácar y nueve navajillas de obsidiana. Por su parte, cuando se excavó la Tumba 2, fragmentos de pirita y obsidiana yacían esparcidos en el fondo de la tumba, junto con un disco perforado,22 cuentas de jadeíta, 23 piezas pequeñas de un posible mosaico de concha, dos discos de obsidiana, una aguja de hueso, 1 placas de concha nácar. Entre los pocos objetos intactos había un cajete y un vaso de cerámica rojiza. De la pirita se recuperaron aproximadamente 600 fragmentos, que debieron formar parte de un espejo, así como 96 fragmentos de obsidiana recortada. Los restos óseos resultaron ser muy escasos, ya que de ellos solo se identificó un diente (Ruz, 1958: 263)

Redaccion Diario de Palenque

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