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Desde la perspectiva de Instagram, el arte está cambiando

 Desde la perspectiva de Instagram, el arte está cambiando

Hace poco, hablaba con un artista un poco conocido de Nueva York, y me dijo que últimamente ha pasado mucho tiempo curiosiando en diferentes cuentas de Instagram en donde había visto algunas con grandes obras de arte, y notó que varias cuentas de Instagram son como si fueran grandes figuras de culto, así sin sarcasmo.

Instagram ayuda a dar exposición al arte, ya que en estos momentos el mundo del arte es un culto canibal de especulación y diseño de interiores que fetichiza a la juventud, pero se disfraza de una pintura progresiva.

También significa que, cada vez más, para los artistas jóvenes, las galerías se están volviendo obsoletas. No muchas personas fuera del mundo del arte saben que las galerías piden el porcentaje de una venta. Toman ese porcentaje porque, históricamente, estar asociado con una galería brinda validación al artista, pero progresivamente los coleccionistas se han dejado de preocupar por la validación o una buena  trayectoria, les importa los nombres que escuchan constantemente en ferias de arte o exposiciones.

En ese sentido, tener una presencia destacada en internet contribuye a que tu nombre circule, eliminando la necesidad de ser aceptado en una galería. La mayoría de coleccionistas compra lo que otras personas compran, y lo que otras personas compran está pasando en este momento, está pasando hoy.  Si Instagram es algo, es la encapsulación y exhibición del momento presente. Saber que se puede eliminar al intermediario, y que el artista estaría feliz de vender su trabajo en privado, significa que los coleccionistas pueden llegar a lo mismo por la mitad de precio. Podría decirse que la única función de la galería es la de inflar el ego del artista que quiere ver su obra exhibida en un cubo blanco.

El fácil acceso para los compradores es un beneficio obvio e incrementa la producción de obras originales en Instagram, pero un asunto clave con el que los artistas se están enfrentando en este momento es la pérdida de control del contenido que se publica, pues se le toman capturas de pantalla y luego es difundido sin su consentimiento.

Y en una era en la que un JPEG tiene casi el mismo valor que el objeto físico esto se vuele un tanto problemático, a algunos artistas que conozco les ha pasado, que toman sus obras de Instagram y los incluyen en publicaciones sin ser recompensados, y mucho menos notificados, pero al menos se les reconoce su autoría.

Hay un tema de censura importante en la aplicación, y esto previene la verdadera libertad artística, claro, supuestamente puedes publicar casi cualquier cosa, pero las imágenes sexuales (las que no infringen los términos de desnudez de Instagram) suelen ser borradas o marcadas. La inhabilidad de Instagram para controlar a sus usuarios han hecho de estos términos algo esencialmente irrelevante.

Oficialmente, cuando se trata de imágenes de contenido sexual, no se pueden mostrar senos en su totalidad, por eso el incansable hashtag #freethenipple, no se pueden mostrar relaciones sexuales o genitales. Aparentemente, Instagram intentó mostrarse más liberal al permitir que los usuarios publiquen imágenes de traseros, pero con cierta distancia, se supone, porque ¿quién decide esa distancia? quien sabe. En fin, ninguna de estas reglas es una regla de verdad, porque una que es curiosa, ha visto que las fotos marcadas, algunas de ellas no incumplen con los términos oficiales, pero aquellas que están al borde de infringirlos siguen en la cuenta sin problema alguno. Esto suele afectar a aquellas cuentas de mujeres artistas, representando su propio cuerpo, sin embargo, existen otras  cuentas de pornografía que no han sido reportadas, marcadas, y siguen activas como si fuera una cuenta normal.

Bueno, como dije antes, Instagram genera un beneficio en el mundo del arte, ha impulsado carreras de muchos artistas emergentes, en particular la de del canadiense bp laval, y la de la británica Genieve Figgis. Ambos publicaban su trabajo en Instagram hasta que Richard Prince los notó, los publicó en su cuenta y se dedicó a ayudarlos a lanzar exhibiciones y libros por medio de  una galería y una editorial que maneja en Nueva York, pero ¿Cómo podrían ellos, yo, o cualquier persona, encontrar una forma de contactar a Richard Prince antes de Instagram? ¿Con una carta y un portafolio? Puedo garantizar que aún cuando alguien hubiera podido localizar la dirección de Prince, dicho portafolio, habría terminado en la basura. Esta conexión de Instagram es algo nuevo, y lo mejor es que los artistas que tal vez están renuentes a meterse en el juego costoso y aburrido que el mundo del arte exige, mudarse a Nueva York,  ahora pueden ser ellos mismos. Quizá son agorafóbicos o sufren de ansiedad y aún así pueden llegarle a una audiencia bastante amplia.

Instagram ha servido como plataforma para varios artistas, pues hay una disolución liberadora de múltiples barreras que han prevenido a los artistas jóvenes de conectarse con galerías y críticos del mundo real. En el arte, el momento lo es todo, con el arte en Instagram, el momento se ha acelerado y al mismo tiempo, se ha ralentizado. El momento siempre es ahora, tal vez la persona adecuada se encuentra en tu cuenta, se conecta con lo que haces y como Prince, tiene un espíritu generoso que lo obliga a querer ayudar.

Así que si los artistas corren el riesgo de que se roben sus ideas y trabajos, lo están haciendo en un espacio nunca antes visto en el mundo del arte, en el que son muchos más los ojos dispuestos a ayudar y a difundir. ¿Y tu, qué esperas? Saca tu lado artístico.

Redaccion Diario de Palenque

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