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¿Qué fue de los niños índigo, supuesto futuro de la humanidad?

 ¿Qué fue de los niños índigo, supuesto futuro de la humanidad?

¿Alguna vez escuchaste hablar de los niños índigo? ¿Conociste a alguno o tú mismo fuiste nombrado uno de ellos durante tu juventud? Sea cual sea el caso, te contamos quiénes eran y qué fue de ellos.

Los niños índigo son un término en desuso, que ahora se resume en un borroso recuerdo de una popular corriente que entre los años setenta y noventa veía en ciertos menores con capacidades distintas el futuro de la humanidad, en una raza más evolucionada en la que el resto del mundo debía depositar su fe para lograr una sociedad más avanzada.

El concepto proviene originalmente de ideas sustentadas en los años setenta por Nancy Ann Tappe, quien se proclamaba capaz de leer las auras de las personas; y posteriormente fue reforzado por Lee Carroll y Jan Tober, para los años ochenta, cuando se convirtió en una pseudociencia tan popular que dio lugar a libros, conferencias, numerosos estudios y una cantidad sorprendente de devotos.

Basándose en el color del aura con que nacían, los principales defensores de esta pseudociencia establecían que los niños índigo poseían habilidades excepcionales que los hacían más evolucionados que otros niños.

El nombre proviene del supuesto color del aura del que estos pequeños tenían, un profundo azul índigo; y establece que los niños índigos poseen habilidades extraordinarias, sobre todo en el campo de la percepción o la empatía; e incluso tenían poderes telepáticos, de explorar otras dimensiones y predecir el futuro.

¿Quiénes eran los niños índigo?

Uno de los principales problemas con este estudio es su ambigüedad. Para el tiempo de su auge, existían guías que permitían a los padres identificar si sus hijos eran niños índigo, con pistas que podían ser bastante generales.

Un sitio web con una de estas guías propone, entre otros puntos, que los niños índigo:

  • Tienen una gran capacidad creativa y son muy ingeniosos.
  • Poseen un C.I. superior a la media.
  • A menudo son percibidos por amigos y familiares como extraños.
  • Poseen un sentido claro de autodefinición y propósito.
  • Son muy inquietos y tienen mucha energía, de hecho, a menudo son niños hiperactivos.
  • Muestran aptitudes especiales para las nuevas tecnologías.
  • Se sienten frustrados cuando tienen que seguir reglas estrictas y autoritarias.
  • A veces muestran un comportamiento rebelde.

Si bien, el propio sitio comete el acierto de destacar la necesidad de que los niños índigo fueran guiados por sus padres para evitar educar personas rebeldes, la realidad es que la mayoría de los puntos son demasiado generales, vagos y observables en casi cualquier niño, sobre todo por la propia sugestión paternal.

Esta fue la principal debilidad que los críticos de esta creencia observaban en ella, argumentando que tenía una naturaleza inexacta y abierta, que, si acaso, confinaba la propuesta de los niños índigo a una pseudociencia de la Nueva Era.

En este mismo tenor, los expertos descalificaban principalmente que impulsar la creencia de los niños índigo era un riesgo, pues muchos padres podrían verlo como una alternativa que sustituyera un diagnóstico psicológico probablemente requerido por la cuestión clínica del menor.

Derivado de las propias ideas de extrañeza, inquietud y rebeldía, investigadores de la psicología argumentaban que muchos de estos menores podían padecer de trastornos como el de déficit de atención (TDA), problemas cognitivos y otros aspectos de desarrollo, por lo que enfocarse en la creencia haría que pasaran por alto el tratamiento pediátrico o psiquiátrico debido.

¿Dónde están ahora?

Esta misma crítica da la respuesta a dónde pueden estar los niños índigo ahora. En las décadas que han pasado desde el auge de la propuesta, que todavía para principios de los años dos mil abarrotaba las conferencias sobre el ‘futuro de la humanidad’, ha ocurrido un avance considerable de los estudios psicológicos.

Hoy, se han popularizado términos y diagnósticos donde se encuentran algunos grupos de personas con determinadas conductas de las muchas que establecían los estudiosos del aura azul índigo.

Mientras hace unas décadas, era mucho más común para los padres de menores con cualidades y conductas especiales y específicas cobijarse bajo el manto de los niños índigo, en estos tiempos han ganado terreno conceptos como el Asperger, entre otros espectros del autismo; las diferentes ramas de la neurodivergencia y una extensa de gamas, nombres y diagnósticos para comprender, de manera más precisa, las condiciones de las personas.

Esto, desde luego, no descalifica un valor del término de los niños índigo, que era tomar en cuenta características especiales en determinados menores y, por tanto, velar por su desarrollo y potencializar sus habilidades especiales de aprendizaje.

No obstante, también atiende a la ambigüedad que tenía el término, y acababa por centrar en un pensamiento mágico la condición del pequeño, y concentrar las mismas técnicas educativas entre personas con necesidades diametralmente opuestas.

Niños cristal

Los niños de cristal, un concepto relacionado con los niños índigo, ha sido relacionado por la investigadora del autismo Mitzi Waltz con los trastornos del espectro autista. Los defensores recategorizan los síntomas de autismo como poderes telepáticos e intentan reconceptualizar “los rasgos autistas asociados con ellos como parte de una identidad positiva”. Waltz afirma que puede haber peligros inherentes a estas creencias, lo que lleva a los padres a negar la existencia de impedimentos, evitar tratamientos probados y gastar una cantidad considerable de dinero en intervenciones inútiles. Waltz afirma que “los padres también pueden transmitir sistemas de creencias al niño que son auto-engrandecedores, confusos o potencialmente aterradores”.​

Redaccion Diario de Palenque

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