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Hablando de historia

 Hablando de historia

Profesor Agustín Román Álvarez Bolívar.

Cronistas, viajeros, exploradores y científicos.
Los cronistas.

La memoria de los mayas permaneció virtualmente extraviada hasta mediados del siglo XIX, lo cual no están increíble si se considera que la Relación de las cosas de Yucatán, escrita por fray Diego de Landa en 1560, no se publicó sino hasta 1864. El primer contacto con los mayas tuvo lugar en el año 1502 cuando Colón, durante su cuarto viaje, halló una embarcación de comerciantes yucatecos que se dirigían a la isla de Guanaja, en el Golfo de Honduras; de este modo, los registros del almirante son los primeros informes que se tienen de esta cultura.
De esta fecha posterior se conoce el naufragio de una carabela española cerca de Jamaica, en 1511, del cual se salvó un grupo de sus ocupantes que más adelante arribó a la costa yucateca. Allí sólo dos personas sobrevivieron: el célebre interprete de Hernán Cortés, Jerónimo de Aguilar, y Gonzalo Guerrero, el primer español que se integró a la vida de los indígenas y que murió defendiendo su nueva tierra adoptiva; es una pena que no dejara registro de su experiencia, que sin duda habría sido interesantísima.
Al navegador a lo largo de la costa de la península en 1518, Juan de Grijalva observó una ciudad de la que dice “era tan grande”, que la ciudad de Sevilla no nos hubiera parecido mayor ni mejor”. Esta ciudad era con toda probabilidad el asentamiento amurallado de Tulum, tal vez conocido entre los mayas como Zamá, la ciudad de la Aurora, en razón de su posición en la costa oriental. Francisco de montejo, el joven, durante la conquista de Yucatán, llegó en 1531 a la ciudad abandonada de Chichén Itzá, cuya s espectaculares ruinas lo llevaron a ocuparla y llamarla Ciudad Real, aunque los copules, linaje gobernante de la región, sitiaron la guarnición española y la obligaron a huir.
Entre los cronistas posteriores más importantes figura el ya citado fray Diego de Landa, personaje al que se le debe el tan criticado auto de fe de Maní, en el que durante varios días a partir del 12 de julio de 1562 se destruyeron cientos de objetos prehispánicos, así como una gran pila de códices de la que el propio fray Diego dice: “hallamosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena”.
Existen otras fuentes de importancia para la historia de los mayas, entre ellas la Carta de relación del oidor Diego García de Palacio sobre la provincia de Guatemala, que data de 1576, las recopilaciones históricas de Gaspar Antonio Chí, de 1581, la Historia de Yucatán de fray Bernardo de Lizama. De 1633, la obra de Diego López de Cogolludo, de 1565,0 la de Juan de Villagutierre Soto-Mayor, de 17000, sin contar con el gran número de fuentes de origen maya traducidas a caracteres latinos después de la conquista, como Los libros del Chilam Balam que existían en diversas poblaciones, el Popol Vuh o el Ritual de los Bacabes.
Durante la Colonia Sólo unos cuantos visitantes se maravillaron ante las magníficas ruinas de las grandes ciudades. Por ejemplo, Diego García de Palacio quedó perplejo cuando visitó Copán y su impresión fue tal que envió una carta a Felipe II en 1576 en la que decía: “hay ciertas ruinas y vestigios de una gran población, y de soberbios edificios, de tal habilidades y esplendor y que parece que nunca pudieron haberse sido construidos por nativos de esa provincia” También se conoce el testimonio de Fray Antonio de Ciudad Real, secretario del comisario general de los franciscanos fray Alonso Ponce. Ellos conocieron en 1588 Uxmal Mayapán, Izamal y Chichén Itzá y las detalla Antonio de Ciudad Real. De Uxmal hace una muy larga y excelente descripción que encabeza De Uxmal hace una muy larga y excelente descripción que encabeza con el título “De los edificios de Uxmal, muy nombrados” y terminan con las siguientes declaraciones “No saben los indios con certidumbre quien edificó aquellos edificios, ni cuando se edificaron, aunque algunos de ellos se esfuerzan a querer declararlo, trayendo para ellos imaginaciones fabulosas y sueños, pero nada de esto cuadra ni satisface; la verdad es que aquéllos se llaman el día de hoy de Uxmal, y un indio viejo ladino y bien entendido certificó al padre comisario que, según decían sus antepasados, había noticia que había más de 900 años que se habían edificado. Muy vistosos y fuertes debieron de ser en su tiempo, y mucho de éste se entiende que trabajaron duro para hacerlos, con no poca gente, y está claro que los habitaron y que por allí a la redonda hubo gran población como al presente lo muestran los vestigios y señales de otros muchos edificios que se ven desde lejos,….”.
Dedica menos tiempo a describir a Mayapán e Izamal y de Chichén dice escuetamente “Hay…. En aquella guardianía, unos edificios antiguos de cantería, muy vistosos, que llaman de Chichenizá, junto a ellos un pozo muy hondo, en que echaban los que sacrificaban a los ídolos,…”. Entre los últimos que pueden considerarse cronistas, y que se encontraron por accidente con los mayas, es posible mencionar al padre Avendaño, quien en 1696 visitó las ruinas de la soberbia Tikal.

Redaccion Diario de Palenque

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