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Exponen piezas de María Félix y El Indio Fernández en Chiapas

 Exponen piezas de María Félix y El Indio Fernández en Chiapas

Cuatro piezas originales usadas en películas de hace unos 100 años por actores como María Félix y Emilio El Indio Fernández, forman parte de la exposición denominada El rebozo de Tenancingo, en exhibición desde este domingo en San Cristóbal de las Casas.

El investigador Julio Domínguez Díaz, propietario de las piezas, explicó que uno de los rebozos “fue usado por María Félix, quien hizo el papel de la maestra Rosaura Salazar en la película Río Escondido, dirigida por Emilio El Indio Fernández, y con fotografías de Gabriel Figueroa, junto con Carlos López Moctezuma, como Don Regino Sandoval en el papel del cacique del pueblo”.

En entrevista, comentó que otra de las prendas expuestas “que forman parte de la historia del cine mexicano es una que usó en la cinta Janitzzio –filmada en 1934- El Indio Fernández, haciendo el papel de Zirahuén, y María Teresa Orozco que se llamó Eréndira. La película se filmó en 1934 bajo la dirección de Carlos Navarro y fotografía de Jack Draper”.

Comentó que entre los 26 rebozos en exhibición se encuentra uno que usó Andrea Palma en La Mujer del puerto, filmada en 1933, dirigida por Arcady Boytler.

También está una prenda que se utilizó en la película La Perla, filmada en 1945 por Pedro Armendáriz y María Elena Marqués. “Ella me dio ese rebozo”.

Para Domínguez Díaz, quien tiene una colección de mil 700 piezas repartidas en Oaxaca, Puebla, Ciudad de México y San Cristóbal, el rebozo no se acostumbra como antes pero “no ha desparecido, está vigente aunque la producción fue bajando porque se dejó de usar”.

Agregó: “El lujo del rebozo que se ve en el cine mexicano cambió cuando se pensó que había que vestirse sólo con ropa de marca de las grandes tiendas, aunque hoy día vemos que de repente alguna primera dama se los ponen, mal puestos, por cierto, como para sentirse bañadas de pueblo, de vez en cuando”.

Sostuvo que el rebozo tuvo “un papel primordial” en la Revolución de 1910. “Imaginemos a una mujer pasando un chiquihuite (cesto) o un canasto en el que en lugar de llevar tortillas o comida llevaba un revólver, el parque u otros elementos necesarios para el estallido de la Revolución”.

El rebozo, subrayó el investigador originario de esta ciudad, “fue caja, mortaja, vendaja, pero la parte más bella es que en estos rebozos mexicanos quedaron las lágrimas de la mujer que triunfó, que perdió, que perdió al marido, a los hijos, pero también la que encontró el amor, la famosa Adelita que encontró al hombre para hacer vida, proyectos. En los rebozos están los deseos, ánimos y sueños de una mujer que quería que se consolidara un proyecto de Nación que se llamó Revolución Mexicana, pero que hoy día todavía no llega la justicia social”.

Dijo que toda su colección de mil 700 rebozos es de Tenancingo, estado de México, donde “la mano, el diseño y los hilos son muy claros. Los originales rebozos que pasaban por un anillo no eran los de seda de Santa María del Río sino los de algodón de Tenancingo y pasaban por una argolla porque el grueso de los hilos era una medida que se llamaba 120, del grueso de un cabello y ya no existen”.

Redaccion Diario de Palenque

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