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¿Por qué estoy gordo?

 ¿Por qué estoy gordo?

En numerosas ocasiones hemos escuchado eso de que “como poco y engordo y, en cambio, otras personas comen mucho más y no engordan”. ¿A qué se debe?

¿Por qué subí de peso?
Ninguna magia: el peso es una cuestión de balance energético, Más aún, del equilibrio entre el consumo energético y el gasto energético. Tu consumo energético es fundamentalmente tu ingesta calórica, es decir, dependerá de tu dieta. Tu gasto energético, sin embargo, depende de:
▪ Tu edad / etapa de crecimiento.
▪ Tu altura.
▪ Tu peso.
▪ La actividad física que realices.
▪ El efecto termogénico de los alimentos o el consumo de calorías que implica el proceso de la digestión. Así, si se realizan distintas comidas o tomas de alimentos a lo largo del día, se consumirá más energía.
Así que, si no padeces ningún problema metabólico, tu sobrepeso se debe a que tu ingesta calórica es superior a tu gasto energético.
¿Por qué he engordado en la menopausia?
En momentos puntuales, sin embargo, se engorda por causas diversas al balance energético. Es el caso de la menopausia: la ganancia de peso y los cambios en la silueta en esta etapa son una realidad y afectan a una de cada tres mujeres entre los 55 y 60 años.
Las causas son múltiples y variadas:

  1. Disminuye el gasto energético en reposo (el cuerpo es ahora menos eficiente quemando la grasa).
  2. Se da una reducción progresiva de la actividad física.
  3. Descienden los niveles de estrógenos, lo que contribuye a condicionar una menor sensación de saciedad.
  4. Aumenta la grasa a nivel abdominal (incremento del tejido graso y disminución del tejido magro).

¿Por qué mi hijo está gordo?
Aunque “¡pero si no toma cosas que engorden y hace ejercicio!” sea una de las frases más escuchadas en las consultas de endocrinología pediátrica, la mayoría de los casos de obesidad infantil y juvenil se deben a que la ingesta calórica es superior al gasto energético. Y es que, en general, tenemos una mala percepción del aporte calórico de muchos alimentos de consumo frecuente, que nos aportan muchas calorías en cantidades no muy grandes. Hablamos de los denominados “alimentos trampa”:
▪ Chocolates (solo un trocito después de comerse toda la verdura)
▪ Refrescos (solo en fines de semana y celebraciones, ¡son niños!)
▪ Salsas tipo kétchup (porque si no, no se come la comida)
▪ Alimentos precocinados (cuando no me da tiempo a cocinar)
▪ Dulces (como premio a una buena conducta).
Esto, unido al sedentarismo que llevan nuestros hijos (el deporte del colegio no es suficiente), suele acabar en sobrepeso u obesidad infantil más o menos severos.
¿Qué hacer?
Olvídate de dietas milagro por mucho que te prometan: no perderás peso con ellas, sino líquido y masa muscular, y es muy probable que recuperes los kilos perdidos rápidamente. También es importante que tengas presente que cuando existe escasez de ingesta de alimentos, el organismo tiende a ahorrar o gastar menos energía. Así, si casi no te mueves y comes poco y mal, estas calorías se acumulan en el organismo en forma de grasa y tienden a no consumirse. Este puede ser el caso de personas con una vida sedentaria y que no llevan una dieta completa o equilibrada, que se saltan el desayuno y luego hacen una comida y cena más copiosas, etc.
Es posible mantener un peso adecuado y estar sano; una sencilla solución se fundamenta en llevar una vida activa, realizar entre 4 ó 5 comidas ligeras al día y que la dieta sea variada y equilibrada (compuesta por hidratos de carbono, verduras, frutas, lácteos, proteínas y grasas en su justa medida –en tipo y cantidad adecuados-).
CUANDO EL PESO ES MÁS QUE UN PROBLEMA
Si tu IMC es superior a 40 (o superior a 35 pero con enfermedades asociadas como diabetes, hipertensión o trastornos cardíacos, respiratorios y/o articulares), puedes considerar la cirugía de la obesidad más allá de la dieta y el ejercicio.
En la actualidad, hay muchas técnicas para realizar la intervención, lo que permite adaptar el tratamiento a cada caso y no al revés. Las técnicas más sencillas, como la banda gástrica ajustable, buscan reducir la capacidad del estómago para que se tenga una sensación de saciedad prologada tras la ingestión de comida, reduciendo así la cantidad de alimentos que se toman. Las más complejas, como el by-pass gástrico, asocian la reducción del estómago y el by-pass intestinal y son las más efectivas a la hora de perder peso y, sobre todo, para solucionar los problemas asociados (diabetes, hipertensión). Todas ellas son seguras, eficaces y con muy bajos índices de complicación, se realizan en menos de 45 minutos y son mínimamente invasivas.
En todos estos casos, los candidatos son seleccionados cuidadosamente tras ser evaluados por un equipo multidisciplinar con pericia médica, nutricional, quirúrgica y psicológica.

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