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Algo más que Palabras

 Algo más que Palabras

Víctor Corcoba Herrero
Crecimiento económicoEL ENCUENTRO Y LOS COMPROMISOS
Me encanta que las gentes se encuentren y tracen caminos confluentes. El mundo necesita de grandes líderes capaces de establecer pactos que esclarezcan  horizontes. La reciente declaración conjunta que hicieron los gobiernos de China y Estados Unidos sobre el fortalecimiento de su cooperación relacionada con el cambio climático es el mejor signo de esperanza, por cierto, el único bien común a todos los seres humanos; no en vano, aquellos que todo lo han perdido, aún conservan la ilusión de vivir.
Puede que sea el germen de un posible pacto global. Tiempo al tiempo. En cualquier caso, China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, ya se ha comprometido a reducir sus emisiones para 2030 o antes si es posible, y anunció que en ese año, 20 por ciento de la energía producida en el país procederá de fuentes limpias y renovables. De igual modo, también Estados Unidos reducirá sus emisiones para 2025 entre 26 y 28 por ciento con respecto a los niveles de 2005, lo que supone el doble del recorte previsto entre 2005 y 2020. Desde luego, una buena noticia que vale la pena celebrarla en una época de tantas incertidumbres, propiciadas en su mayoría por la misma especie humana. De ahí la importancia de que los ciudadanos del mundo activen las uniones y los compromisos hacia el bien colectivo que, por sí mismo, genera una ciudadanía feliz.
En la misma línea que la anterior, también es otra buena noticia, que la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de las veinte economías más grandes del mundo, durante los días 15 y 16 de noviembre, se encuentren enérgicos para relanzar un crecimiento sostenido y sostenible de la economía mundial, ahuyentando así el fantasma de la recesión planetaria, que tanto dolor causa entre los más necesitados sobre todo. No olviden que se han de contraer compromisos para desterrar tantas injusticias vertidas en los más desfavorecidos. Para ello, nuevamente, hemos de insistir en garantizar la honestidad, la seguridad de los ciudadanos y la transparencia de las instituciones. El aumento de la exclusión social, de los desempleados, de la falta de un trabajo digno, es la mayor calamidad que puede sufrir una especie que aspira a ser humana y a humanizarse. Tengo la esperanza de que un consenso puede surgir, y surgirá en la medida en que todos marchemos por el mismo camino. Evidentemente, no se trata de que todos estén de acuerdo en todo, el mismo Sigmund Freud lo reconocía, “si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”, de lo que se trata en definitiva, es de concertar posturas, de abrir acuerdos, de introducir negociaciones  y de proceder desde el respeto y el sentido de bien global.
Trabajar por el mundo, y a favor del mundo, es tan necesario como justo. Reflexionar unidos sobre la diversidad de culturas y cultivos, tiene un sentido esperanzador y consecuencias importantes.  No puede ser de otro modo, cuando se trata de una misión vital para la misma especie y su propio hábitat. Cuántas personas, en los diversos núcleos excluidos de todo progreso, están decaídas y desanimadas totalmente, esperando el aliento de sus dirigentes. Por lo tanto, la responsabilidad por los marginados, así como por el entorno, debe ser un elemento esencial de diálogo y de compromiso en cualquier foro internacional o a nivel más próximo. Abundan tantas ilegalidades, tantas formas de agresión a los moradores y a la propia vida, tanto afán especulativo y abusos de los sistemas financieros, que la libertad de buscar lo equitativo y de decir la verdad ha de convertirse en un elemento esencial de toda comunicación humana. Sin duda, hemos de bajarnos de las bellas palabras e implicarnos mucho más en el compromiso de las ideas. En la actualidad cohabita tanto desenfreno, que no sólo hay que sembrar discursos, demos también coherencia y testimonio. No tenemos mejor predicador que la hormiga, que no dice nada y lo dice todo con su quehacer. Estos hechos son los que tocan el corazón y lo transforman. Las palabras sin compromiso no valen, no sirven. La unión responsable es lo que emociona y da validez a los encuentros. Al fin y al cabo, no sólo hay que indignarse, es preciso igualmente comprometerse a cooperar por un planeta más fraternizado, o si quieren, de mayor sustento solidario.
corcoba@telefonica.net

Política Cero
Jairo Calixto Albarrán
¡Vela, hazme un hijo!
En momentos de desasosiego, México necesita de héroes. Justo cuando la patria está en vilo por los profesionales de la irritación, las capuchas y los bloqueos (cualquiera diría que quieren desgastar y malbaratar la solidaridad social que se habían ganado) sin olvidar a los políticos que están en su punto más bajo de popularidad (algo injusto porque ya deberíamos saber que, como diría Díaz Ordaz, exponen su paso a la historia con un poco más que horas de trabajo burocrático) nada como la aparición de una figura que nos devuelva la fe en la mexicana alegría: Carlos Vela.
El mismo al que se había juzgado y vilipendiado, cuando no acusado de apátrida y vende patrias —que no es lo mismo pero es igual— es hoy un héroe nacional al clavarle dos goles al equipo de Holanda que en su momento humilló y condenó al equipo tricolor a refugiarse en el mantra trágico del “No fue penal”. En 50 años el TRI no había vencido a este rival menos débil, y menos encabezado por una bestia negra que le había arrebatado, con la gracia de una actuación magistral, el ansiado arribo al mítico quinto partido, el señor Robben.
Así, El Piojo Herrera, que ya estaba muy pachichi, más deprimido que Kafkapulco ante la perspectiva de las cancelaciones en el comienzo de la temporada alta por las escenas de pirotecnia y crispación (ya no se sabía qué llamaba más la atención, la venganza de la selección frente a los neerlandeses o las quemazones en Guerrero) de pronto se le veía con ánimos renovados. Casi como si le hubieran convertido en ombudsman nacional en votación unánime. Claro, no puede ser peor que Plasencia, de capacidad de reacción solo comparable con la de Los Chuchos, que todavía no le responden a Encinas su acusación de que conocían los antecedentes de Abarca y que aún así lo iban a convertir en diputado federal.
Como quiera que sea, el hijo pródigo regresó como un ave que regresa a su nidal, y hoy por hoy aquellos que lo sometieron al gracejo y el señalamiento con índice flamígero por no querer ir a Brasil 2014, se han tatuado en el pecho o hasta en salva sea la parte un epíteto escrito con garigoleadas letras de oro: “¡Vela, hazme un hijo!”, como antes le gritaban a El Horrible Peralta cuando era considerado el mesías del clásico pasesito a la red.
Quizá sea tiempo de que el góber de Guerrero le pida a Carlitos Vela que, sin luismiguelear ni derbezear, le haga propaganda al estado para que caigan los turistas, antes de que los encabronados acaben hasta con los legendarios jueves pozoleros de Chilpancingo.

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