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Mi mente no trabaja con la improvisación

 Mi mente no trabaja con la improvisación

Sobre las entrevistas con Tommy Lee Jones (San Saba, Texas, 1946) hay muchas leyendas. Básicamente, todas son negativas. Bueno, salvo una. Un redactor de Der Spiegel cuenta casi con incredulidad que una vez logró romper el hielo con el actor y cineasta. La entrevista se celebraba a una semana del cumpleaños de Lee Jones y, tras informarse sobre sus gustos, le regaló unos discos de jazz. Funcionó, la música superó la pared con el actor. Pero, al parecer, el efecto duró solo 10 minutos.

Así, muchas de las respuestas del cineasta, en un encuentro con la prensa internacional en Cannes, no duraron más de una quincena de segundos. A veces consistieron en algo así como “no tengo ni idea de qué me está preguntando”. Y en otra ocasión aseguró que su personaje tiene algo que ver con los cuadros de un artista del que probablemente cuantos le escuchaban no habían oído hablar nunca —en efecto, así era— y por tanto era inútil seguir describiendo.

De todos modos, Lee Jones dejó claro que cree que hay machismo en el cine, Cormac McCarthy es un buen amigo suyo y no hizo referencia ni le influenció ninguna película para su nueva creación, The homesman, que presentó el domingo en Cannes. Con ella, el estadounidense vuelve al doble papel de director y actor que ya trajo a La Croisette con Los tres entierros de Melquíades Estradas y, a juzgar por las críticas y los aplausos, se convierte en uno de los favoritos para la Palma de oro.

Como aquel filme, The homesman parece ser un western. Pero Lee Jones rehúye las etiquetas. “Bueno, tiene caballos y sombreros. Pero quiero estar fuera de las categorías. No me gustan”, asegura el cineasta, quien tampoco cree que sea una película feminista. Lo cierto es que la protagoniza una mujer, Hilary Swank, quien tiene que atravesar los EE UU del siglo XIX para llevar a tres enfermas mentales a un sanatorio. “No la conocía. Solo sabía que era perfecta estéticamente para el papel. Quedamos en un restaurante italiano de Beverly Hills y a los cinco segundos sabía que era apropiada. Me encantó que quisiera hacer la película. El deseo es una de las claves, para mí”, afirma el director sobre Swank.

Considerado uno de los mayores actores de EE UU —su carrera y su Oscar por El fugitivo hablan por él—, Lee Jones cuenta que siempre pensó en sí mismo para el papel de protagonista y que empezó a trabajar en el filme hace dos años: “Me trajeron un libro de Glendon Swarthout y me preguntaron si allí había una película. Y la había. Tenía originalidad”.

Poco a poco el filme fue tomando forma y, finalmente, acabó contando también con la inesperada participación de Meryl Streep. “Leyó el guion y me preguntó si podía estar en ella. Le dije: ‘Bueno, me lo pensaré’. Y nada más doblar la esquina me sentía como si estuviera flotando”, defiende el cineasta.

Su doble faceta de hombre detrás y delante de la cámara no parece complicarle la vida o suscitarle muchas preocupaciones. De hecho es también el productor de The homesman. Como mucho, quizás sea mejor para saber cómo tratar a un intérprete. “Howard Hawks dijo: ‘Nunca le pidas a un actor lo que no puede hacer’. Debes encontrar la manera de ayudarle a mejorar en lo que sí sabe”. Él también le simplifica el trabajo a su reparto al no exigirle esfuerzos extra de fantasía. “Creo en los guiones y he dedicado mi vida a crear buenos textos que pudieran funcionar. Mi mente no trabaja con la improvisación. No hay espacio para ella”. Punto. Gracias. Y la leyenda continúa.

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