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Perfil ando

 Perfil ando

Punta Arena llora la tragedia. Erick Iván y Marcos Guzmán, perecieron prestando auxilio en las frías aguas de Cola de Guao.
Erick Iván Gómez Sánchez, quien era obrero en la plataforma de Pemex en Ciudad del Carmen, Campeche, acompañado de su esposa Nora Patricia Aguilar Nangusé, de su pequeña hija de once meses de vida, Ashley Gómez Aguilar, y su hermano Salud Alfonso Gómez Sánchez, se encontraban en el balneario conocido como Cola de Guao del Ejido Punta Arena del municipio de Catazajá, Chiapas, su propio lugar de origen.
También asistía al mismo lugar de esparcimiento, Marcos Guzmán Arias, adolescente impetuoso crecido en las orillas de la laguna, donde esa tarde nadaba con la seguridad de ser un viejo conocedor de su entorno.
Ambos perecieron prestando auxilio a unas personas que se ahogaban en las frías aguas de la laguna de Catazajá, he aquí la respetuosa crónica de “Perfil ando”.
“La tranquilidad de la tarde avanza sobre la arena de la Cola de Guao, desahogándose del calor del Sábado de Gloria, cuando de pronto, el tímpano se desgarra en unísono grito de auxilio de dos mujeres que en requiebros de nado sincrónico se han sumergido en la oscuridad del agua y en desesperada búsqueda de un sorbo de aire se precipitan en inverso buceo que las va asfixiando a ambas en la misma clepsidra; arrastrándolas a las dulces y azules profundidades que con cantos de sirena las esperan. El jadeo cobra su precio en esa valiosa última perla de aire acumulada. La esperanza descansaba en esa burbuja que rauda se aleja hacia la superficie. Lóbregos pensamientos empañan la mirada ya ahíta de agua y de desesperanza.
Nora Patricia, compañera durante cuatro años de Erick Iván, con quien conjuntamente sembraron una bella flor bautizada como Ashley, dice que él era el mejor de los hombres, que siempre estaba dispuesto a ayudar y esa tarde apenas escuchar los gritos, sin detenerse a pensar nada, dio un salto y decir que corrió es poco; sin ser Pedro, volaba sobre las aguas de este que tampoco era el Jordán; fueron cuatrocientos pasos hacia un destino que con desesperadas notas lo urgía a cumplir esa última vuelta de la manecilla. El agua profunda de las seis de la tarde lo esperaba con latidos de muerte; pero él no los veía; su espontánea disposición lo lanzaba hacia esos engañosos brazos de los que nunca jamás podría desasirse; porque ahí iba a desbaratarse el último nudo de su cuerda umbilical”.
“Todo en él era impulso y generosidad dice Doña Julia, abuela de Marcos Guzmán Arias, cuya joven sangre apenas había dado diecisiete vuelcos en torno a sus arterias. La misma tarde y sobre la misma vera de las incansables aguas que durante siglos han ido y venido, encontró al adolescente en este trágico asueto y con la misma generosidad corrió a unirse a Erick, para a arrebatarle a la muerte esas dos víctimas que ya creía seguras; en desigual lucha, el cuerpo de agua se vio desposeído de los trofeos que ya veía entre su botín de guerra, más reponiéndose del vigoroso ataque que le presentaban estos dos colosos, cobró la afrenta disponiendo para su grosero festín de este par sin par que hoy enluta a todo Punta Arena”.

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