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Lo barato sale caro

POR: RAMÓN AGUIRRE DÍAZ
Resulta obvio que otorgar servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento tiene un costo, y más aún cuando se trata de servicios de calidad. Mucho se ha comentado que el agua es un recurso indispensable para la vida, finito, valioso y que debemos cuidar, sin embargo, erróneamente, las tarifas en nuestro país parecen indicar lo contrario: que el agua es un recurso ilimitado, de fácil acceso y, con ello, de bajo valor. Los cobros no reflejan el costo real de dar el servicio y, con ello, están muy por debajo de lo que se requiriere para que los organismos operadores puedan funcionar adecuadamente. No hay agua más cara que la que no se tiene y la estrategia de tener tarifas bajas a costa de malos servicios no parece ser la mejor. ¿Quiénes resultan afectados por estas bajas tarifas? Sin duda, los sectores más desprotegidos. Se estima que más del 90% de las personas que padecen por malos servicios hidráulicos, en cantidad y calidad, pertenecen a poblaciones rurales o colonias populares, para quienes resolver —precariamente— su abasto resulta, en términos de esfuerzo y costo, mucho mayor al de pagar una tarifa razonable.
Existe un consenso de los organismos internacionales de derechos humanos en que una tarifa adecuada por los servicios hidráulicos debe ser del orden de un 3% de los ingresos de una familia. La compra de agua de garrafones o pipas en las colonias populares supera con creces este porcentaje y puede llegar hasta el 20 por ciento. Estas colonias son las que más caro pagan el agua en una ciudad.
La falta de recursos por bajas tarifas e insuficiente subsidio implica servicios deficientes. Conforme a la Organización Mundial de la Salud, las inversiones en agua dan beneficios económicos en el sector salud de entre tres y 34 veces lo invertido, dependiendo de la situación y la zona.
Un comparativo de tarifas no es sencillo, pues los sistemas de tarifas crecientes escalonadas, junto con la clasificación de usuarios de acuerdo con su condición socioeconómica, hace que para la obtención real del promedio del cobro en una ciudad se requiera información completa sobre los volúmenes e importes facturados, lo que es muy difícil de obtener, por lo que las estimaciones son sólo aproximadas. No obstante, es claro que en nuestro país las tarifas están muy por debajo de lo que se cobra en otras latitudes.
Según la información estadística disponible, en México, el cobro promedio a usuarios domésticos en las principales ciudades es de alrededor de 0.75 dólares por metro cúbico (USD/m3), mientras que en ciudades como Róterdam, Holanda, se cobra a 8.09 dólares; Copenhague, Dinamarca, a 6.15 dólares; Londres, Inglaterra, a 4.35 dólares, y Sevilla, España, a 2.40 dólares.
Se puede decir que es un comparativo inadecuado, por tratarse de economías con otra capacidad de pago, por lo que vale la pena conocer las tarifas en ciudades latinoamericanas: Brasilia, Brasil, a 1.59 dólares; Cali, Colombia, a 1.44 dólares; Bogotá, Colombia, a 1.98 dólares; La Paz, Bolivia, a 2.82 dólares. Con estos datos se puede concluir que tenemos tarifas que están entre un 10% y un 50% de lo que se cobra en otros países.
En México, el tema del agua potable se considera, en el discurso, una prioridad nacional, al mismo tiempo de que mantenemos tarifas bajas y disminuimos los subsidios. Una contradicción que es necesario corregir porque está demostrado que lo barato termina costando caro, con el agravante de la acumulación de factores que agudizan el problema.

Redaccion Diario de Palenque

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