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Tren Parlamentario

VICENTE BELLO
Entonces apareció Ana Lucía Riojas Martínez, la diputada federal sin partido que se oponía, de cabo a rabo, a la aprobación de las cuatro leyes que insuflarán vida a la Guardia Nacional a partir del 30 de junio próximo. “Administrar la muerte. Esa es la labor de los gobiernos en la siguiente fase del neoliberalismo”, decía inmersa en su soledad. Iba a ser la única que votaría en contra.
Y el apostille de Riojas: “Aprobaron (los senadores) la Guardia Nacional y eso significó validar todas esas atrocidades en las que las Fuerzas Armadas han participado y hoy nos presentan las reglas del juego, revelando el tipo de guerra que quieren. Pasamos del uso legítimo de la fuerza a la privatización legítima de la misma. ¿Entonces de qué sirvió la batalla que se dio para que el Estado reconociera la ilegalidad del uso de software para espiar opositores si hoy le vamos a dar un marco legal?”
Y el remache: “Mi generación y las que nos antecedieron salieron a protestar en contra de un gobierno autoritario que nos reprimía de una u otra forma. Sus policías nos detuvieron de manera ilegal y buscaron por todos los medios que no tomáramos las calles, que no hiciéramos valer nuestra voz”.
El trámite legislativo de aprobación de la Guardia Nacional venía desde hacía varios días estremecido por la turbulenta vida de un país azotado por la violencia como nunca antes en su toda su historia.
Ni siquiera en los tiempos de la revolución había habido en el país tanta inseguridad. Esta declaración la acaba de hacer nada menos que el secretario de Seguridad Pública federal, Alfonso Durazo. Vastísimas zonas del país están bajo el yugo de bandas de criminales desde hace más de tres sexenios cuando menos.
Hay caminos intransitables en libertad. Caminos sometidos bajo un fuerte espionaje de policías puestos al servicio de bandas criminales. O más aún: caminos vigilados por guardias que responden directamente a las nóminas del crimen organizado.
La zozobra en que se desenvuelve el país ha construido una realidad turbulenta. Mucha gente no cree en las buenas intenciones del actual gobierno de la República, y han considerado a la creación de la Guardia Nacional como el último bastión, acaso, de la esperanza en que otra vez la gente vuelva a caminar sin miedo y en libertad.
Pero, esto decían los diputados cuando comenzaron a participar, aquel martes 23 de mayo, en la tribuna de San Lázaro, el día en que el Congreso mexicano finiquitó el proceso legislativo de las leyes secundarias de marras, a estas horas del país ya publicadas, por cierto, en el Diario Oficial de la Federación, y puestas en vigor también:
El diputado del Pvem Arturo Escobar dijo: “Lo que sí hay que entender todos, es que hoy estamos aprobando lo que es la última línea de defensa. Si esto no sirve, si esto no funciona, quién sabe qué va a ocurrir con nuestro país, porque estamos tirando toda la carne al asador, toda la fuerza del Estado mexicano para de una vez por todas, darnos paz, libertad y tranquilidad”.
Dijo entonces Verónica Juárez Piña, del Prd: “México vive hoy una crisis humanitaria que en los últimos meses se ha recrudecido hasta hacernos vivir el ambiente más violento en los últimos años, causando la muerte de 8 mil 737 personas, más de 40 mil personas desaparecidas, miles de desplazados por la violencia e incontables violaciones a los derechos humanos en nuestro país.
“… (Pero) la Guardia Nacional no constituye la pócima mágica para resolver esta grave situación. Entendemos que puede ser perfectible”.
Dijo luego Carmen Prudencia González, del Mc: “La expedición de estas leyes obedece a la urgencia que amerita atender los problemas en materia de seguridad pública y, sobre todo, por los altos niveles de criminalidad que se viven actualmente en todo el territorio nacional y que se perciben en la desesperanza de mexicanas y mexicanos, por el simple hecho de no sentirse con libertad de salir a la calle, de sentir miedo, de perder a un familiar o a un ser querido o ser víctima de una pérdida de su patrimonio por estos actos delictivos”.
Del Pt, Ana Rojo Pimentel: “La Guardia Nacional será la encargada de prevenir la comisión de los delitos en carácter federal e incluso previa firma de los convenios de la colaboración correspondiente podrá apoyar a los gobiernos de los estados municipales, si así lo requieren”.
Jorge Argüelles, del Pes: “La Guardia Nacional representará con gallardía, aplomo, el compromiso del gobierno de México y de la coalición de los partidos que lo apoyan, que recorrerá caminos, veredas y calles de cada municipio del país manifestando que los mexicanos vamos a recuperar la paz y la tranquilidad de nuestros pueblos, que somos más los mexicanos que aspiramos a un país donde prevalezca el Estado de derecho y no la ley del talión ni la de grupo delincuencial alguno.
“… Por estas razones la Guardia Nacional tendrá claridad en que el combate a la delincuencia organizada y otros, será mediante la sujeción del uso de la fuerza y se basará en los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad, racionalidad y oportunidad, todo en el marco de la ley, porque sólo actuando dentro de ella, es como el Estado podrá manifestarse y recuperar así la confianza social.
Faltaban los del Pri, Pan y Morena. Todos escribían el turbulento prólogo de la historia no escrita todavía de la Guardia Nacional. Veremos.

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Redaccion Diario de Palenque

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