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La buena fe de AMLO

LA BUENA FE DE AMLO
POR: EMANUEL OLVERA
¿Qué me impulsó a tomar la decisión de votar por Andrés Manuel López Obrador?. La clara diferencia del discurso trillado de los demás candidatos, la persistencia por querer llegar hasta donde está hoy en día, no con ansias de poder, sino con el afán de servir verdaderamente al país.

Obrador me parecía un candidato con propuestas “frescas” (y por “frescas” me refiero a algo totalmente diferente a los mismos planteamientos de siempre), por otra parte, era yo uno de los millones de personas cuyo hartazgo había llegado a su límite al ser víctima del atropello del fallido sistema neoliberal.

Sí, México sueña con un futuro alejado del ideal marxista en el que la sociedad que lo conforma deba ser bipartita (pobre y ricos), porque la pobreza ha sido la causa de miles de cuestiones que han logrado permear hasta la actualidad. En ese contexto, la pobreza en nuestro país es la raíz de la podrida sociedad que somos ahora.

En sus discursos, en aquellas campañas del año pasado, Obrador hablaba de que el pueblo es sabio, que el pueblo es honesto y he aquí el craso error de nuestro actual presidente.

A mi parecer, lo que él decía (y sostiene hasta la fecha), acerca de de la sabiduría y honestidad del pueblo mexicano, más que una afirmación es un deseo en lo más profundo de su corazón (y en el de millones de nosotros). Está de más explicar que, como presidente, no puede salir una mañana en su conferencia diciendo: “me equivoqué, México está jodido”, pero me atrevo a decir que él, más que nadie, sabe que como sociedad, hemos sido golpeados por la devastación de la pobreza, de la falta de educación, de la falta de principios; por lo tanto, no somos un pueblo sabio, ni mucho menos honestos.

Prueba de ello es lo sucedido en Tlahuelilpan, Hidalgo. El escenario dantesco reproducido en redes sociales y en los noticieros es el ejemplo más claro de la ignorancia a la que nos hemos tenido que acostumbrar, un grado de ignorancia tal que hasta hemos perdido el sentido común como para llegar al límite de meterse en el chorro de gasolina, como si se tratara de la icónica escena de “Dancing under the rain”.

La “buena fe” de AMLO lo impulsó a exhortar a la población para evitar que cayeran en las redes de la tentación, queriendo demostrar con ello su teoría de la bondad en el pueblo; pero “no contaba con la astucia” de la ignorancia en su máxima expresión; el pensamiento perenne de: “yo soy más cabrón que los demás” y el de: “si ellos friegan, ¿por qué yo no?”.

Y al final, todo concluye en tragedia. Como es de pensarse, los adversarios y los no simpatizantes de Obrador aprovechan el momento para señalarlo y culparlo; cuando la realidad es que lo sucedido en Hidalgo es el reflejo de la diferencia de clases, en la que el rico no tiene necesidad de exponer su vida para extraer gasolina de manera ilegal, mientras que el pobre muere calcinado al explotar una toma clandestina. Y no es que el rico no tenga ambición de más, sino que él tiene la educación necesaria para comprender cuando las fuerzas militares le piden abandonar un área que representa un peligro para su vida.

Andrés Manuel ya está en el poder, es el lugar en el que queríamos (la gran mayoría) que estuviera para los próximos seis años. Debemos creernos cuando él sale ante las cámaras a decir: “el pueblo es sabio”; tenemos que sacarnos de la mente aquello que decía Peña Nieto acerca de lo corrupto que es el pueblo mexicano. Tenemos que darnos a conocer ante el mundo como nos pinta nuestro actual mandatario y evitar que caiga en el error de pensar que somos un pueblo con sabiduría, aunque pensándolo mejor, quizá el error es nuestro, por no saber ser sabios…

Redaccion Diario de Palenque

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