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Vulgar y ambicioso los privilegios del poder judicial mexicano

Por: Julio César Torres

La brecha existente entre los pocos que tienen mucho y los muchos que nada tienen es abismal, inhumana y grotesca para el entendimiento y la razón social, México es de esos países que desafortunadamente estamos invadido por la mercadotecnia, consumismo y mala cultura norteamericana, aquella donde deseamos ostentar las excentricidades que la tecnología y la tendencia crea a costa de un sacrificio mayúsculo económicamente hablando y de horas-días-semanas-meses de duro trabajo, incluso de años de endeudamiento para poder costear esos pequeños lujos que la clase baja y media baja puede disfrutar con sudor y sacrificio.

Lo anterior, no es fruto de la casualidad, ni del fatalismo, mucho menos de aquello que popularmente se dice “por qué así es la voluntad de Dios”, aquello se explica a partir de que vivimos en un modelo y sistema económico mundial injusto, donde la distribución de la riqueza y mejores oportunidades, dígase, acceso a educación y servicios prioritarios, es un lujo e inalcanzable para un sector grande de la población, pero en nuestro país existe una porción de la población que si tiene acceso a esos pequeños lujos y a las oportunidades de desarrollo humano, esa pequeña minoría son aquellos que han estado cerca del poder político y servido de las prebendas que ofrece gozar del poder económico.

Durante muchas décadas, cerca de 90 años, dominó en nuestro país el PRI y con ellos se compactaron muchos grupos de intereses, empresarios mexicanos y extranjeros, organizaciones sociales, sindicales, y en general toda la clase política gobernante desde regidores, presidentes municipales, diputados, gobernadores, senadores y poderes e instituciones de gobierno, todos bajo el mando y voluntad de la figura del Sr, Presidente de la República, de modo que se creó una súper estructura, compacta en cuanto a intereses, formándose lo que hoy conocemos como el Régimen neoliberal, todos los actores de la vida política, social y económica del país interactuaban y actuaban bajo los designios del Presidente, con ello, controlaron, ejercieron y retuvieron el poder, como ya sabemos en nuestra historia postmoderna.

Con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, el régimen neoliberal ha perdido fuerza, porque AMLO en campaña prometió que de ganar se iniciaría una nueva etapa en la vida política del país, se acabarían los excesos y lujosos caprichos de nuestros gobernantes, que dicho sea de paso es con dinero público con el que contribuimos todos los mexicanos, a través de las contribuciones fiscales, el ejemplo lo puso el nuevo presidente bajándose el sueldo a poco menos de la mitad, rechazar vivir en la residencia oficial de Los Pinos y en poner en venta el súper avión presidencial, es decir, la primeras acciones fueron contundentes terminar de raíz con la parafernalia del poder ejecutivo federal.

Como es lógico, nuestros altos funcionarios del poder judicial no tardaron en inconformarse del contenido de la Ley Federal de Remuneraciones, que para fines prácticos de este sencillo artículo de opinión, trataba en reducir los altos sueldos de todos funcionarios públicos de primer nivel, la reducción consistía en establecer como tope salarial el del Presidente de la República y reducir privilegios burocráticos, del que sólo gozan los altos funcionarios no la burocracia en general, el poder judicial es el mejor pagado, con numerosas y cuantiosas prestaciones a diferencia de la media y baja burocracia del mismo poder y de otros poderes y niveles de gobierno, que en muchos casos no gozan ni de seguridad social.

Nunca en la historia los jueces, magistrados y ministros -cabe hacer la pertinente aclaración que fueron los únicos, la demás burocracia de ese poder ha estado en silencio sin inconformidad- habían mostrado y hecho público un posicionamiento, pero lo hicieron ahora que el nuevo gobierno intenta establecer y ajustar sus elevados salarios, habría que recordarles a los funcionarios juniors del poder judicial que aprendan a vivir con austeridad y medianía, no hay razón de ser para sus sueldos ostentosos y en total desproporción para con los sueldos en general de la mayoría de los casi 120 millones de mexicanos, donde la mayoría vive la mayor parte de sus vidas endeudados y sin posibilidad de proyectar programar un retiro y vejez digna, no porque no se quiera, sino porque realmente el dinero que la mayoría de los mexicanos ganan es insuficiente para un retiro laboral y descanso justo.

Los señores juzgadores viven en la opulencia dentro de la inmensa indigencia que padece el pueblo mexicano, que está cercado de la corrupción gubernamental y la falta de acceso y ejercicio a sus derechos plenos, cuando menos o minimamente a educación, salud, cultura y deporte de calidad y ciento por ciento de cobertura nacional, pero eso no sucede, seguimos teniendo clase política y poderes con privilegios propios de los países que aún conservan como régimen de gobierno la monarquia, no hay conciencia y sentido común en ellos, de ver como la vasta mayoría ni si quiera ganan el salario mínimo completo para una despensa básica, mientras ellos disfrutan y derrochan el dinero, no digo que no merezcan un pago digno y remunerado a su primordial función, pero si debe existir prudencia y justa medianía en sus ingresos, cuando la situación del país es crítica, ya lo decía Morelos; moderar la opulencia con la indigencia, actualmente sucede que la opulencia, el lujo y lo grotesco avasalla y se burla de la realidad del México de a pie.

Pero estamos ante una nueva realidad política y social, donde los ciudadanos desde cualquier trinchera exigiremos un hasta aquí a los privilegios, vivimos en una democracia y no en un principado, en la democracia el servicio es público y a la nación, no para hacerse ricos o los nuevos magnates a costa del erario público, así deberán irse desterrando de la costumbre política las viejas y abusivas mañas del viejo régimen priista y clasista.

Redaccion Diario de Palenque

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