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Tren Parlamentario

VICENTE BELLO
Andrés Manuel López Obrador todavía no es el presidente constitucional y acaba de infligir un contundente nocaut a todo ese grupo político-empresarial que ha calificado desde hace varios años como la “mafia del poder”, cuyos capitanes más vistos son el mismo Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón y los adineradísimos Germán Larrea, Carlos Slim y, entre otros, Claudio X. González.
Luego de la realización de la consulta pública aquella, en la que participaron casi 1 millón 150 mil ciudadanos, el que será el presidente de México a partir del 1 de diciembre próximo anunció que se cancelará la construcción del aeropuerto en Texcoco, y, en cambio, en cosa de tres años estará lista una tríada de aeropuertos con capacidad holgada para crecer y dar servicio aeronáutico los próximos 50 años.
Dos de dichos aeropuertos ya existen: el de Toluca y el de Ciudad de México, mismos que serán ampliados, y se construirá uno nuevo en el pueblo de Santa Lucía, adonde están las instalaciones de la Base Número Uno de la Fuerza Aérea Mexicana, allá por el viejo camino a Pachuca, pasando el Ojo de Agua, a unos 35 kilómetros del Zócalo capitalino.
Desde la víspera –y después de la consulta y de la conferencia misma de López Obrador-, todo ese grupo de gente poderosa estuvo lanzando enormes bolas de fuego sobre el futuro del país.
A como diera lugar, ese grupo identificado ya como Mafia del Poder estuvo tratando todo el día de tiznar, con su ominosidad, el panorama de un sexenio que todavía no comienza. Una Mafia que ayer tuvo otra vez como herramienta de zapa, en los territorios del Congreso de la Unión, a unos enardecidos diputados y senadores del Partido Acción Nacional.
Tanto ellos, los panistas, como los empresarios, calificaron a la inédita consulta pública con múltiples epítetos: “payasada”, “farsa”, “burla”, “manipulación”, “una ilegalidad”… fueron algunos de ellos. Y consideraron a Andrés Manuel López Obrador como un “dictador en cierne”, que se abocará a “manipular” a la gente mediante las consultas públicas.
Histórica madriza. Revertir un negocio mayúsculo, el más grande de muchos sexenios, como lo es la construcción en el Lago de Texcoco del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, no es fácil.
Se necesita, por supuesto, mucho valor, determinación y, sobre todo, un gran sentido de la historia. Enfrentar a estos peso completo de la economía puede ser suicida, si no se hiciera acompañado de todo un pueblo. Y, por lo que se ve, López Obrador lo hizo.
La consulta pública, de la que tanto abomina aquel grupo super poderoso, está siendo criticada incluso con la magnificación de sus errores, pero ha tenido la virtud de no descuadrarse como lo que es: una de las figuras más representativas de la democracia directa.
En México ha prevalecido la democracia representativa. En ella ha estado afincada todo el juego democrático de México. Verbigracia: los ciudadanos, durante décadas, sólo participaron en las cosas públicas del país mediante sus representantes populares.
PRI y PAN, desde 1988 con Carlos Salinas, se abocaron a apuntalar un sistema político simulador de democracia. Ambos constriñeron al país sin ningún gesto de misericordia, y, todos estos años, se la pasaron haciendo leyes al mejor postor, y para convertirlas en instrumentos de dominio del pueblo.
Cuando algún diputado o senador de oposición presentaba una iniciativa de reforma constitucional, planteando figuras de la democracia directa, lo que hacían era “congelarlas” en comisiones, y reírse de ellos.
¿Para qué, si el pueblo tiene a sus representantes y es a través de éstos que decide?, solían decir para manipular a la ciudadanía. Y pasaron muchos años para que, entre regañadientes, esa mayoría infame conformada por el PRI y PAN –a la que se le incorporó sin pudor el emputecido Prd de los chuchos-, dejara pasar apenas por un resquicio de la puerta del Legislativo tres figuras de participación directa: la consulta pública, el derecho ciudadano de presentar iniciativa y la figura de legislador independiente.
Pero, claro, inmersos en este sexenio, PRI y PAN –los otrora mandamases del Legislativo- las dejaban pasar con obstaculizaciones tremebundas y requisitos insalvables para la mayoría. Y en para el caso de la consulta se atrevieron a poner un candado en el 35 Constitucional, relativo a los derechos del ciudadano, en el que prohibían las consultas sobre asuntos en los que tuviera que ver el presupuesto.
Esta limitante impuesta por el PRI, PAN y PRD en el 35 constitucional, apenas en la 62 Legislatura, impidió que la gente pudiera opinar en una consulta pública sobre la reforma energética, en 2014. Y el mismo impedimento iba a funcionar para evitar que se hiciera una consulta sobre el aeropuerto.
Por esto es que Amlo la convocó al margen de las instituciones que la tendrían que haber realizado, como el INE. Y funcionó. Más de Un millón de ciudadanos mandaron por una alcantarilla el negocio del NAIM.
Están furiosos. Muy furiosos. Pero además, porque por primera vez en la historia de México el pueblo pudo participar en una decisión directamente, sin esos intermediarios traidores e infames en que se convirtieron diputados y senadores, al menos de esas filiaciones partidistas.
México acaba de dar el primer paso hacia la democracia directa, adonde las decisiones se toman lo más horizontalmente posibles. Las decisiones verticales, cercanas al autoritarismo, perdieron. Y por eso están tan encabronadísimos quienes se han beneficiados de muchas imposiciones desde que se apoltronó en el poder presidencial ese grupo de mafiosos hoy enriquecidos, y envilecidos, hasta las cachas.

Redaccion Diario de Palenque

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