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2014: Un año de contrastes

 2014: Un año de contrastes

Por: Francisco Álvarez Sanen
carton-grandeAún tengo en mis recuerdos los primeros días de enero del año que dejamos atrás. Eran días de impotencia y frustración para gran parte de los que seguíamos el proceso de aprobación de la reforma energética en la cámara de diputados y senadores. Iniciábamos el año con la clara noción de que al actual régimen le importaba poco o nada la voluntad ciudadana, y la inconformidad de gran parte de los mexicanos que tenían algo que decir con respecto a un tema medular para la vida pública del país, en este caso el petróleo y su papel trascendental para la economía de México. También, observamos cómo las fuerzas políticas de izquierda fueron incapaces de frenar tanto en los espacios políticos, como en las calles, la intentona avasalladora de la dupla PRI-PAN para imponer su agenda privatizadora: el papel del PRD durante el 2013 en el pacto por México fue determinante para restarle credibilidad y autoridad moral para encabezar las movilizaciones sociales, y por otro lado, el inesperado infarto de Andrés Manuel López Obrador que ya tenía definida junto con MORENA, un plan de acción pacifico para descarriar la ansiada modificación de la constitución para burdos intereses particulares, fue un golpe demoledor para el ánimo de los que ya estaban preparados para sumarse al llamado del principal líder de la izquierda mexicana. Para ese entonces el precio del barril del petróleo rondaba los 100 dls, y la moneda mexicana mostraba cierta estabilidad respecto a la divisa estadunidense: todo se movía dentro de los límites preestablecidos. Mejor guión para el último ciclo de reformas no podía tener el actual ocupante de Los Pinos. La consolidación del sexenio de Peña Nieto y la incapacidad de respuesta del pueblo mexicano parecían inevitables; hasta que de repente, de manera inesperada, una serie de factores, eventos, circunstancias, o una suma de las anteriores, provocaron la peor crisis del México moderno para un presidente de la República y todo el sistema en su conjunto. Un auténtico parte aguas a partir de mediados del año pasado lo que se vio en México.
Los últimos 6 meses del año pasado fueron dantescos para los que ostentan el poder. De repente, de la nada, comenzaron a salir a la luz pública masacres como la de Tlatlaya, y un poco más adelante la de Iguala, que ponían en serios aprietos el sistema de justicia en México, y su incapacidad para llevar a cabo una investigación sin sesgos políticos y que conduzcan a conclusiones claras y concisas, todo esto acompañado de torpes movimientos por parte del gobierno federal que solo comprometían su actuación en los hechos y exacerbaban el ánimo de los que resultaron afectados e indignados por lo que sucedía a la vista de todos. Por si esto fuese poco, sale a la luz pública la llamada “Casa blanca de Las Lomas” de la pareja presidencial, y su inexplicable adquisición y relación con un claro grupo inmobiliario beneficiado en los últimos años por el grupo en el poder con contratos por miles de millones de pesos; ni hablar del terrible manejo de la crisis y el internacionalmente conocido vídeo de la primera dama sembrando más dudas con una burda explicación. Por otro lado, lo inevitable llegó cuando la corrupción e irresponsabilidad han asolado a un país por años: Devaluación e inflación. Nada podría ser peor para los que apostaban al olvido y apatía del mexicano que una crisis económica. La caída de los precios del petróleo no pasaran factura para este año, un presupuesto histórico basado en la recaudación a diestra y siniestra de impuestos, así como la adquisición de un seguro para cubrir la caída de los precios del petróleo, paliará los efectos del saqueo y la incompetencia. Para 2016 y si el panorama sigue igual en el plano financiero, estaremos entrando al lumbral de la peor crisis económica y social de los últimos años. De todo corazón deseo que no sea así.
2014 fue un año de contrastes, y no porque hayan mejorado o empeorado las cosas en un año, sino porque el guión, la simulación y todo el teatro montado y sostenido por años para mantener privilegios ha sido seriamente cuestionado: para una muestra el Teletón. Lamentablemente no hubo contraste para los más pobres y los sedientos de trabajo digno y justicia social, para ellos todo sigue igual o peor; ni se diga en las cúpulas de poder, no hubo contrastes en su proceder y toma de decisiones, ni hablemos de una reivindicación. Lo que vimos fue lo inevitable: el desplome del actual modelo económico y social de un México que ya no aguanta más y que se está reflejando en actos de barbarie y extrema violencia y por otro lado, en el descontento ciudadano que se ha movilizado para exigir una revisión total de las estructuras del poder en México. Espero que este 2015 no sea un año de contrastes. Para beneficio de todos, lo mejor sería un 2015 que se distinga y que pase a la historia como el año de la regeneración, y que marque el camino de la transformación de la vida pública de nuestro país. Depende de nosotros.

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